En una mañanera de “revire”, el presidente López Obrador se retracta del distanciamiento interpuesto con el Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas por participar en un grupo ciudadano conformado por adversarios; “me dio mucho gusto la carta del Ingeniero Cárdenas, yo no sabía pero él ya lo había informado al grupo, pero lo siguieron manejando, entonces cuando me preguntan yo respondí de la manera que ya saben, pero me da mucho gusto que el ingeniero haya aclarado.
De todas maneras no lo incorporaba yo en el grupo de los conservadores, porque ayer hablé de lo que decía Melchor Ocampo, que los moderados son conservadores más audaces, más simuladores…
Yo lo estimo mucho y lo respeto porque es precursor del movimiento democrático, nosotros llegamos a la presidencia para impulsar una transformación, la cuarta, con el apoyo de millones de mexicanos, esto no es un asunto de un solo hombre…”
Ya entrando en el terreno de la nostalgia recordó que: “En el 2006 muchos se desencantaron luego se volvieron a encantar, luego en el 12 dijeron nunca se va a poder llegar, ahí yo escribí un libro que se llamaba no decir adiós a la esperanza ante esa desolación…
Muchos pensaron que nunca podríamos llegar y ahora que estamos están más que satisfechos y la gente sabe que estamos cumpliendo los compromisos y por eso hay alegría y la gente está contenta, otros no, pero no son nuestros enemigos son nuestros adversarios.
Muchos empresarios o gente que participó en la guerra del 2006 me han ofrecido disculpas y lo valoro mucho, y vamos a seguir porque es por el bien de nuestro país…”
Subió la temperatura en la conferencia luego de presentar los acontecimientos sucedidos ayer en el juicio en contra del exsecretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, en Estados Unidos. Destacó que Raúl Arellano, expolicía en el AICM, dijo que una vez por semana debían dejar de inspeccionar todo lo que entraba al AICM, y que había un grupo privilegiado de funcionarios y gente cercana a García Luna que solo se aparecía cuando se daba esa orden. Explicó que las visitas de los directores de aeropuertos eran de dos a cuatro por mes y se volvieron aún más extrañas pues ellos solían traer un maletín. Recordó que en 2007 “había llegado el encargado del Aeropuerto de Toluca. Cuando iba a entrar a la oficina del jefe Villatoro, un compañero salía de la misma y al pasar, chocaron y se le cayó una maleta dejando al descubierto fajos de dólares”.
