DE: Descontento

Por Alejandro Villegas
La determinación del Banco Interamericano de Desarrollo de no designar al ciudadano Gerardo Esquivel como su presidente causó molestia en la 4T.
La Secretaría de Hacienda la calificó como más de lo mismo, al tiempo que el ciudadano presidente no dudo en mostrar su molestia.
Con ello, demostraron que no todas las decisiones democráticas son de su agrado.
Para el ciudadano presidente y la 4T hay democracia y debe reconocerse cuando el resultado les es favorable, pero cuando es adverso no duda en criticar el proceso.
Lo que es evidente es que al ciudadano presidente aún no le queda claro que puede mandar en México y controlar casi todo, pero que fuera del país, su voluntad carece del peso necesario para influir en la toma de decisiones.
No aprendió con el caso del premio Nobel de la paz, ni con el llamado que hizo a declarar una tregua mundial.
Y evidentemente no entenderá con la determinación del BID, que proyecta con claridad cual es el peso del ciudadano presidente y la 4 en el plano internacional.
En México puede criticar hasta la sociedad las prácticas de lo que él y su séquito de denominan como neoliberalismo, y ser aplaudido por su claque, pero más allá de la frontera nacional, su palabra se diluye por la carencia de un verdadero peso e influencia.
Llamado
El ciudadano presidente está en plena campaña no sólo contra el INE, sino subido de lleno a la contienda del 2024.
Sugiere de manera abierta que el pueblo bueno le vuelva a otorgar a la 4T todo el respaldo necesario para terminar de operar los cambios necesarios en el país, dejando de lado, aunque no lo acepte abiertamente la posibilidad de su retiro de la vida política nacional a partir de octubre de 2024.
El panorama apunta a que el ciudadano presidente mantendrá su presencia en la arena político electoral, en lo resta no sólo de gestión, sino aún más allá para tratar de mantener el control del devenir nacional, hasta que el pueblo bueno se lo permita y crea en él.