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18 de abril de 2024 6:35 am
HISTORIAS EN EL METRO: El Mil Usos

HISTORIAS EN EL METRO: El Mil Usos

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Por Ricardo Burgos Orozco

Me lo encontré a una calle de la estación del Metro Zapata. Tiene ocho años que da lustre a los zapatos en la esquina de avenida Cuauhtémoc y el Eje 7 Sur, frente al edificio de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural. Es un hombre de baja estatura y muy platicador. Su nombre es Máximo y hace de todo para ganarse el sustento familiar.

Recordó que cuando llegó a ese lugar, ganaba muy bien porque tenía de clientes a los empleados de la secretaría. Diario se llevaba entre 800 y mil pesos hasta que llegó la pandemia el año pasado, y sus ingresos bajaron considerablemente, aunque los gastos seguían siendo los mismos.

Los trabajadores de la Sader siguen sin acudir a sus oficinas debido de la pandemia desde marzo de 2020 y bajó mucho el movimiento de personas en ese cruce, aunque la gente sigue yendo y viniendo por la cercanía de la estación del Metro.

Para colmo, desde el 4 de mayo sólo está funcionando la Línea 3 porque la 12 interrumpió su servicio indefinidamente desde el accidente del 3 de mayo pasado cuando se desplomó un tren entre las estaciones Olivos y Tezonco con las consecuencias que conocemos de 26 muertos y 80 heridos.

Por eso, platica Máximo, tuvo que buscar entradas alternativas. A un lado de su silla de boleo tiene un espacio para vender cigarros al menudeo. Mientras estaba charlando con él, varias personas se acercaban para comprar cigarros por unidad. Dijo que en esta venta le va muy bien porque se lleva una ganancia del 100 por ciento en cada cajetilla.

También vende dulces y otras botanas. Reconoció que aquí no obtiene mucha utilidad y lo que gana lo va reinvirtiendo. “Se ve muy poquito lo que tengo aquí, pero aunque usted no lo crea son unos tres mil pesos de mercancía” explicó el hombre.

Máximo tiene unos 35 años y dice que no se cansa de buscarle para poder sostener a su familia y para que le quede un dinerito que le permita comprarle a sus hijos ropa, zapatos y de vez cuando sacarlos a pasear “aunque sea al parque”.

Cuando Máximo me estaba contando de él, una persona le habló a lo lejos dejándole en un rincón unas botellas vacías de refresco. “Es que también recolecto pet para venderlo. Ahorita lo están pagando a diez pesos el kilo…es muy bueno”, me dijo.

Después investigué y el PET (polietileno tereftalato) — una especie de plástico — es muy usado en la producción de nuevos envases de bebidas y para fibras textiles. Por eso, las empresas compran este material por kilo.

Además de dar bola a los zapatos, aplicarles pintura, vender cigarros y dulces y juntar pet, Máximo atiende una tienda de abarrotes los fines de semana. Comentó que los dueños lo tratan muy bien y le han ofrecido quedarse como encargado, pero se ha negado porque dice que no le van a pagar lo que gana con todas sus actividades. No conforme con todo eso, también hace trabajos de mantenimiento, plomería y albañilería.  

Ni duda cabe, Máximo un hombre que ha sabido buscarle alternativas a la crisis; un ejemplo de mexicano emprendedor. 

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