Por Alejandro Villegas…
El transcurso del tiempo demostró que, por desgracia, no se aprendió lo suficiente en materia de protección civil, como se ha aprendido en la actualidad.
Los 32 años que separaron a los sismos de 1985 y 2017, no fueron suficientes para contar con una sociedad mejor preparada.
Las imágenes si bien se actualizaron, a la distancia parecen las mismas. Los tumultos de voluntarios volcados a ayudar, mientras los cuerpos de auxilio, incluidas las corporaciones militares y policiacas quedaron ampliamente rebasadas, al igual que la infraestructura hospitalaria.
La desgracia que vivió el país, en esos años, se trata de superar con simulacros y alarmas que, en realidad son rebasados por la contundencia de los fenómenos naturales.
En tanto que los daños y afectaciones provocados por los sismos, quedan como recuerdo, porque no todos han sido reparados.
Los gobiernos de antes como el de ahora, en cada ocasión en que la naturaleza demuestra la fuerza de sus fenómenos ya sean sismos, huracanes o ciclones quedan rebasados y no alcanzan a responder con la celeridad y efectividad que espera la sociedad para resarcir los daños.
Todo queda en simulación y una atención a medias que no termina de satisfacer a la población nacional de ayer y hoy.
Así lo demuestran las afectaciones que aún prevalecen sin ser reparadas. En ese rubro pareciera que no existe la prioridad, porque ya recuperación ya sea de viviendas y vestigios arqueológicos e históricos ha avanzado a cuenta gotas.
Los informes de avances dan cuenta de ello, a pesar de que se quisiera no todo se ha recuperado.
A fin de cuentas, sólo queda el recuerdo, y como cada 19 de septiembre las remembranzas de aquellos momentos que se traducen en un deseo colectivo de que no se repita una desgracia de esa magnitud.
Mientras las instancias de Protección Civil nos obsequian el placebo de simulacros y conformación de brigadas, como parte de una cultura de prevención que sucumbe con una asombrosa facilidad, ante la contundencia de los fenómenos naturales.
Capacidad
El ciudadano Alfonso Durazo, no sólo es gobernador de Sonora, también se desempeña como responsable del Litio en el país y ahora queda al frente del Consejo Nacional de Morena.
Lo que conlleva sin duda un esfuerzo extraordinario de comprensión, para asimilar que al parecer no hay, en el círculo cercano al ciudadano presidente, quien pueda desempeñar esas encomiendas.
Evidentemente el ciudadano presidente confía mucho en el sonorense, pero habrá que ver en los hechos cuáles son los resultados que pueden entregar, así como la forma en que dividirá sus jornadas, para no desatender ninguna de las responsabilidades que tiene.
