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4 de mayo de 2025 6:08 am
Australia frena la ola trumpista con la reelección como primer ministro de Albanese

Australia frena la ola trumpista con la reelección como primer ministro de Albanese

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En una intensa jornada electoral, el primer ministro Anthony Albanese logró lo impensado: revertir meses de malos pronósticos, superar al bloque conservador y encaminarse a un segundo mandato con una mayoría parlamentaria reforzada.

A pesar de que el conteo oficial aún no ha concluido, tanto la cadena pública ABC como Sky News proyectan que el Partido Laborista formará gobierno, en lo que ya es considerado un triunfo demoledor para la centroizquierda australiana.

Apenas se anunciaron los primeros resultados favorables a Labor, estalló la euforia en la sede del partido en Sídney. “Es absolutamente increíble”, dijo entre lágrimas Melinda Adderley, una militante de 54 años. “Es como recuperar la esperanza en la política”, añadió.

Según cifras preliminares de la Comisión Electoral Australiana, Labor supera ampliamente a la coalición Liberal-Nacional por 55.94 % contra 44 % en la medición a dos fuerzas.

Pero la gran sorpresa fue la caída de Peter Dutton, líder de la oposición y figura polarizadora, quien perdió su propio escaño en Dickson.

La derrota de Dutton supone un terremoto para el conservadurismo australiano y marca el colapso de un liderazgo que buscó modelarse a imagen del expresidente Donald Trump, con promesas de recortes, “eficiencia gubernamental” y una agenda de energía nuclear que incomodó a muchos votantes.

“La influencia de Trump fue determinante en cambiar la percepción de riesgo entre los australianos”, explicó el analista electoral Tony Barry en la ABC.

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El “factor Trump” hundió a la oposición

La propia senadora liberal Jacinta Price, quien había sido mencionada por Dutton como futura ministra de eficiencia gubernamental —una clara inspiración en los gabinetes trumpistas—, lo reconoció sin rodeos: “Ustedes lo hicieron todo sobre Trump”, lanzó el sábado en vivo en la televisión nacional. Su frase “Make Australia great again” terminó convirtiéndose en una losa para su campaña.

El portavoz conservador James Paterson intentó justificar la derrota aludiendo al mismo fenómeno: “Fue devastador para los conservadores en Canadá. Creo que aquí también ha tenido un gran impacto”.

Y es que las comparaciones no son fortuitas: esta misma semana, el Partido Liberal canadiense recuperó el poder en gran parte gracias al rechazo a los aranceles de Trump y a su tono agresivo hacia socios históricos.

A nivel local, las políticas propuestas por Dutton no calaron. Su intención de introducir energía nuclear en Australia generó alarma.

Incluso se mostró dispuesto a albergar una planta en su propio distrito, algo que finalmente no logró conservar. “Lo nuclear le salió caro”, admitió el ministro de Finanzas Jim Chalmers.

Albanese, victoria inesperada

Hace apenas cuatro meses, el gobierno laborista parecía en caída libre. El alto costo de vida, el estancamiento en políticas clave y la frustración tras el fallido referéndum de 2023 sobre los derechos de los pueblos originarios habían erosionado el capital político de Albanese.

Pero una campaña disciplinada, centrada en temas sensibles como la salud y la vivienda, sumada a una bajada de tasas de interés por parte del banco central en febrero, le permitieron recuperar el terreno perdido.

“La economía pasó de ser un lastre a convertirse en un activo”, afirmó Chalmers. Además, subrayó que “el contexto político en Estados Unidos tuvo un impacto fuerte en el electorado australiano”.

El propio Albanese lo dijo en su discurso de victoria: “Hoy, los australianos votaron por los valores australianos: justicia, aspiración y oportunidad para todos. Por la fortaleza para enfrentar la adversidad y la compasión con quienes más lo necesitan”.

Voto de estabilidad

El resultado refleja una necesidad de estabilidad más que una pasión ideológica. Tras tres años de tensiones globales y polarización interna, los votantes optaron por el centro. La victoria de Albanese representa también un llamado de atención a los sectores más radicalizados de la política australiana.

Con 86 escaños proyectados para Labor, unos 40 para la coalición opositora y una baja para los Verdes, el mapa político se reconfigura.

Los llamados “teales”, independientes moderados, lograron conservar sus bastiones urbanos, pero las tendencias apuntan a una reagrupación del electorado en torno a opciones más predecibles.

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