Desde Palacio Nacional se hizo un llamado al pueblo de México para que esté atento y siga casi en vivo el juicio que se iniciará en la Unión Americana contra el ex secretario de Seguridad Pública federal, Genaro García Luna, por actividades relacionadas con el crimen organizado cuando fue funcionario público y declaraciones falsas ante autoridad migratoria estadounidense.
La arenga presidencial invita a estar pendientes del proceso al otrora poderoso zar de la seguridad ciudadana y del combate al narcotráfico, no por un interés jurídico o de justicia, sino por el morbo para saber “a quien empina”, sobre todo si menciona al villano favorito, Felipe Calderón, porque a la 4T no le interesa que se castigue al presunto cómplice de narcotraficantes o del expresidente, sino alentar un deseo de venganza social. Recordemos que al creador de la AFI y de la Policía Federal no lo detuvo ningún agente de investigación, ni fuerzas especiales militares en territorio nacional, tampoco lo requirió ministerio público alguno ni se cumplimentó orden de aprehensión en su contra, mucho menos se consignó con algún juez ni hubo ficha roja de interpol para localizar a quien desde hace años radica en los Estados Unidos, donde estuvo a punto de obtener la ciudadanía. Lo apresaron en Florida policías americanos para procesarlo por delitos que lesionaron a la sociedad de aquel país.
Con la captura de García Luna pasó lo mismo que con el general Salvador Cienfuegos, el gobierno mexicano se enteró por los medios de comunicación. Aquí no se pudo presentar en cuatro años una investigación seria, más allá de presunciones e imputaciones con el interés de desprestigiar al exmandatario michoacano. Pero tal vez la estrategia política de la 4T es esa, el uso mediático de un personaje controvertido que es símbolo del presunto sistema de corrupción neoliberal., el cual se presume ya despareció. Por cierto, tiene más interés el gobierno en atender la petición humanitaria del “El Chapo” Guzmán que atender un juicio justo para el ingeniero naval. Lo que preocupa es la exhibición mediática, el resaltar las corruptelas políticas, el abuso de poder, los yerros en la seguridad, las complicidades con el narcotráfico, la ineficaz guerra contra las drogas, el enriquecimiento ilícito, aunque los fiscales gringos solo tengan como pruebas los testimonios cuestionables de criminales bajo la figura de testigos protegidos. Ni los candidatos al jurado estiman esas declaraciones.
Durante dos meses, ocho semanas, la opinión pública se distraerá con el proceso a través de la morbosa cobertura informativa de los medios, así no pondrá atención a los verdaderos problemas nacionales, los temas que realmente le afectan como la crisis en el transporte público que tanto afecta la imagen de la jefa de Gobierno, las elecciones en Coahuila y el EDOMEX, las que han evidenciado un divisionismo interno del partido en el poder y la violación sistemática de la legislación para realizar promoción de precandidatos con recursos públicos, bajo la errónea e ilícita percepción de que es lo mismo partido que gobierno, como lo hizo el PRI cuando fue apéndice gubernamental.
Otros issues que afectan al mexicano de la calle es la crisis migratoria y los 30 mil deportados mensuales que debemos mantener mientras decide la Casa Blanca si les dan asilo o no, además de lidiar con los reclamos de nuestros socios comerciales por el incumplimiento de México en varias cláusulas del T-MEC que provocan paneles internacionales, como las energías limpias.
El tema de la seguridad es otra asignatura pendiente, ante el peligro de perder la gobernanza en buena parte del territorio nacional por la violencia que genera el crimen organizado.
Seguramente dentro de ocho semanas, de no lograrse una sentencia condenatoria contra García Luna porque los fiscales no concretaron una acusación sólida y providencialmente el imputado logra su exoneración, se buscarán nuevos distractores.
