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17 de mayo de 2024 3:02 am
¿Qué chingados está pasando en el Congreso?

¿Qué chingados está pasando en el Congreso?

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Ésa es la pregunta. Porque las escenas contrastantes de tensión en el Senado el pasado miércoles, y de evidente contención de todos los actores el jueves en la Cámara de Diputados marcan incertidumbre en el tablero de la política.

Es cierto que es documentable la tendencia de hacer de México el país de un solo hombre. Y así se observa en el plano del debate público y en definiciones claves. Sin embargo, esta semana hubo imágenes y mensajes que nos anuncian que, en el último tramo del sexenio, las fichas se juegan entre varias manos.

Si bien la invitación a moverse ha venido del Presidente, en la desatada sucesión ninguno de los aspirantes a sucederlo sigue la fórmula que les dictó: 16 horas de trabajo sin hacer campaña y sólo tres para la grilla. No. Los presidenciables andan 24/7 buscando afianzarse. Porque, aun cuando la percepción es que Claudia Sheinbaum es la consentida del Presidente, la realidad exige ir más allá de Palacio.

Y es que todos saben que habrá dedazo. Pero mientras se consuma, la puja por ganarlo exhibe que no todos bailan, todavía, al son del sentir presidencial. Así quedó evidenciado esta semana en las pasarelas de los aspirantes entre diputados de Morena, PT y PVEM, donde el canciller Marcelo Ebrard se llevó las porras y los apapachos. Peor le fue a Sheinbaum con la bancada morenista en el Senado, de la que no recibió invitación para sus trabajos preparatorios. ¿Eso generó la cancelación de último minuto a la plenaria conducida por el coordinador Ricardo Monreal de cuatro secretarios del gabinete, incluyendo al titular de Gobernación, el presidenciable Adán Augusto López?

Ese desaire profundizó las pugnas de la bancada oficial por el relevo de Olga Sánchez Cordero en la presidencia de la Mesa Directiva, una posición de Morena por ser la fracción mayoritaria.

Monreal había apuntalado la candidatura del senador Alejandro Armenta, que compitió por el cargo con José Narro Céspedes, Gabriel García e Higinio Martínez. En contraste, César Cravioto, promotor de Sheinbaum en el Senado, cabildeó para apuntalar a Martínez, consiguiendo las declinaciones de Narro y García a su favor, con la idea de que perdiendo Monreal liderazgo y poder en esta designación de la Mesa Directiva, se abriría la ruta para removerlo de la coordinación.

Era una estrategia diseñada con el visto bueno de Palacio Nacional y que se le habría encargado encabezar a la favorita para estrechar los márgenes de acción de Monreal, el aspirante que López Obrador nunca nombra. Pero los senadores del ala radical no pudieron tirar a Monreal. Los rudos mensajes de Antonio Álvarez Lima, Gabriel García, José Narro Céspedes, Cravioto e Higinio en su contra sirvieron para ventilar la fractura interna.

Adicionalmente, esos reclamos morenistas por la distancia de Monreal con el Presidente precipitaron otro plan que también venía fraguándose desde inicio de año entre los jefes de las bancadas del PAN, PRI, PRD, Movimiento Ciudadano y el Grupo Plural: cerrar filas con el presidenciable que no quieren en Palacio. Nos referimos a una apuesta a largo plazo que han diseñado el propio Monreal, los panistas Julen Rementería, Josefina Vázquez Mota, Damián Zepeda; los priistas Miguel Osorio y Claudia Ruiz Massieu, el perredista Miguel Mancera y los emecistas Clemente Castañeda y Dante Delgado, entre otros.

La idea es que desde el Senado se construya una plataforma electoral hacia 2024 para lo que alcance y, en el camino, contener los intentos autoritarios del gobierno. Por eso es que ante el golpeteo del gobierno y de un grupo de morenistas contra Monreal, la oposición valoró, en una cena el martes pasado, en casa del senador Dante Delgado, que había llegado la hora de cobijar abiertamente al defenestrado coordinador morenista.

Al final, los 52 votos que propusieron que fuera Monreal el presidente del Senado resultaron insuficientes porque la estrategia opositora obligó al gobierno y a los duros de Morena a darle al senador Alejandro Armenta los votos que antes le regatearon, terminando así de fortalecer aún más al coordinador.

Los panistas quedaron dolidos. Pero el balance de Dante Delgado es relevante: “Estos esfuerzos que se están construyendo aquí pueden llegar a consolidar un proyecto diferente que logre, en muy poco tiempo, la nueva mayoría en este Congreso y en el país, y en ese sentido estamos trabajando”.

Al siguiente día, ante escenas de cordialidad que desde hace muchos años dejamos de atestiguar en la Cámara baja, volvimos a preguntar: ¿qué chingados está pasando aquí? Y es que, de manera sorpresiva, la sesión del Congreso General del jueves para inaugurar el periodo legislativo estuvo exenta de pancartas, mantas y mentadas. Un pleno despejado para el lucimiento del nuevo presidente de la Mesa Directiva de San Lázaro, el diputado Santiago Creel (PAN). Apenas un grito aislado y anónimo.

La instrucción vino de las dirigencias de la coalición Va por México: que la entrega del Cuarto Informe de Gobierno por parte de Adán Augusto fuera cordial, a pesar de la descortesía del Presidente que agendó su mensaje a la misma hora en que debía iniciar la ceremonia legislativa. Hay que subrayar que también entre los diputados de Morena hubo contención. Cero desfiguros. Y pese al retraso de 90 minutos, el presidenciable de Bucareli disfrutó la pasarela en el recinto, donde la nota fueron las palmadas y los mensajes al oído con Alejandro Moreno, líder del PRI.

Con esos antecedentes se discutía hasta el cierre de esta edición la iniciativa presidencial para transferir la Guardia Nacional a la Sedena. ¿Hay una negociación en puerta para que se archiven los expedientes en contra de Alito y el coordinador de la diputación del PAN, Jorge Romero, que tanto importan a los duros de la 4T? ¿Tiene Adán Augusto margen para pactar algo con Creel y la oposición? ¿O es que al fin están haciendo política?

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