Por Alejandro Villegas…
Fiel a su costumbre el ciudadano presidente trata de sacar raja y provecho, en materia de imagen y aprobación social, por su puesto a su favor, de cuanto acontecimiento se lo permite.
Ahora utiliza el deceso múltiple de migrantes, en Texas para señalar que, en su próxima reunión, el 12 de julio, con el presidente Biden abordará el tema de la migración.
Insistirá, de acuerdo a su dicho, en su planteamiento de que la administración estadounidense resuelva favorablemente la problemática que representa la migración de centro y sudamericanos, en busca del sueño americano, y, por supuesto en la necesidad de atender las causas de ese fenómeno y ordenarlo.
Lo que, de manera directa, fortalecería su imagen como mediador internacional, además de proyectar una imagen de un trato entre pares que se aprecia muy lejano entre él y el presidente de Estados Unidos.
De lo que no habla el ciudadano presidente, con la misma elocuencia es de la suerte que correrán las familias de los connacionales que por desgracia fallecieron en esa tragedia.
Lejos de concentrarse en el apoyo y las acciones a desarrollar por parte de las autoridades consulares de México, para respaldar a los deudos de los migrantes fallecidos, el ciudadano presidente prefiere enfocar el discurso en la parte que por el momento le es más propicia para ganar el aplauso del pueblo bueno.
No cabe duda, que desde la comodidad de Palacio Nacional, el escenario de cualquier acontecimiento se aprecia de manera diversa.
Aniversario
A unos días de que se conmemore el cuarto aniversario de su triunfo en las urnas, el ciudadano presidente enfrenta un panorama adverso, en los rubros de seguridad y economía.
Frente al asesinato de dos sacerdotes jesuitas, em Chihuahua, el ciudadano presidente insiste en mantener su estrategia de seguridad, y desoye al reclamo de la lglesia, que lo ha conminado a enmendar el rumbo porque simple y sencillamente los abrazos no contienen los balazos.
Está claro que para el ciudadano presidente la única visión y evaluación válida es la suya, y por supuesto la de su claque.
