Por Alejandro Villegas…
El bloque opositor se mantuvo sólido, le demostró al ciudadano presidente que si hay oposición.
Los argumentos de nacionalismo y traición a la patria fueron tan insuficientes como endebles.
Tampoco hubo sorpresas, como se había anticipado.
La democracia operó de nueva cuenta en el palacio legislativo de San Lázaro.
La respuesta del ciudadano presidente, ante la primera gran derrota que sufrió la 4T, además de obvia también fue anticipada, el recurso de calificar de traidores a la patria a quienes votaron en contra de su reforma eléctrica, así como el envío de una iniciativa para nacionalizar el litio ya estaban en el panorama.
Y lo único que hizo el ciudadano presidente, fue sacar su frustración, de la manera más serena posible.
No cabe duda, en su afán de construirse una democracia a modo, el ciudadano presidente pretendió ignorar la independencia de cada legislador, así como el hecho de que la oposición tiene todo el derecho a comportarse como tal y defender su posición con argumentos, pero primordialmente con votos, como lo hizo la izquierda nacional durante décadas, principalmente desde 1997, bajo la presidencia de Ernesto Zedillo Ponce de León.
En aquella legislatura con Porfirio Muñoz Ledo, a la cabeza de la oposición, se demostró que en democracia el Ejecutivo propone y el Legislativo dispone.
Y eso es algo que el ciudadano presidente debe asimilar.
Rosario
El deceso de Rosario Ibarra de Piedra permite resaltar su trayectoria como férrea defensora de los derechos humanos y una precursora de la búsqueda de desaparecidos.
A ella la marcó la desaparición de su hijo durante la guerra sucia que vivió el país. Una desgracia personal que la hizo colocarse a la vanguardia de la defensa de las garantías individuales.
Su trayectoria como representante popular e incluso como candidata a la presidencia de la República no pueden ser ignoradas.
La de Rosario Ibarra de Piedra es una historia de vida apasionante que no puede ignorarse.
