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18 de abril de 2024 9:08 am
El papa Francisco otorgó por primera vez a mujeres el ministerio de lector y catequista

El papa Francisco otorgó por primera vez a mujeres el ministerio de lector y catequista

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Esta ceremonia, por la III Jornada la Palabra de Dios, es una novedad y su rito fue preparado por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Se trata de un rito nuevo en la basílica de San Pedro tras cambiar el Código de Derecho Canónico.

Después el Papa entregó una Biblia a cada uno de los nuevos lectores, arrodillados ante él: “Recibe el libro de las Santas escrituras y transmite fielmente la palabra de Dios para que germine y fructifere en el corazón de los hombres”, les emplazó.

Son los hombres y mujeres que ayudan en las misas o realizan un servicio en el altar, como ministras o dispensadoras de la eucaristía, algo en realidad bastante frecuente en las diócesis de medio mundo pero que Francisco ha institucionalizado y abierto a las mujeres por escrito, de forma oficial.

El pontífice publicó en enero de 2021 el “motu proprio” “Spiritus domini” para modificar el Código de Derecho Canónico y abrir los ministerios de lector y acólito a las mujeres.

Francisco derogaba así lo ordenado por su antecesor Pablo VI, que en 1972 mantuvo el acceso a estos ministerios solo a los hombres, pues consideraba estos servicios eclesiásticos como una antesala a un eventual acceso a las órdenes sagradas o sacerdocio.

La nueva formulación del canon 230 elimina la especificación de sexo masculino y reza: “Los laicos de una edad y unos dones determinados por decreto de la Conferencia Episcopal podrán ser empleados permanentemente, mediante el rito litúrgico establecido, en los ministerios de lectores y acólitos”.

En su homilía, Francisco, ante los nuevos lectores y catequistas, explicó que Dios “no es un tirano que se encierra en el cielo, sino un Padre que sigue nuestros pasos”. “No es un dios neutral e indiferente, sino el Espíritu amante del hombre, que nos defiende, nos aconseja, toma partido a nuestro favor, se involucra y se compromete con nuestro dolor”, afirmó.

Francisco abogó por “unir el culto a Dios y el cuidado del hombre” porque las Escrituras no sirven, dijo, para “mimarnos en una espiritualidad angélica” sino “para salir al encuentro de los demás y acercarnos a sus heridas”.

En este sentido recordó el fenómeno migratorio del Mediterráneo: “Cuánto dolor sentimos al ver a nuestros hermanos y hermanas morir en el mar porque no les permiten desembarcar. Y esto, ¡algunos en nombre de Dios!”, lamentó.

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