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29 de marzo de 2024 2:59 am
HISTORIAS DEL METRO: DE CHILE, DULCE Y MANTECA

HISTORIAS DEL METRO: DE CHILE, DULCE Y MANTECA

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Por Ricardo Burgos Orozco

Hace algunas semanas contaba en una de mis historias que activistas femeninas han instalado sus puestos con diferente mercancía en algunas estaciones del Metro de varias líneas, pese a que no lo permite el reglamento del Sistema de Transporte Colectivo.

He visto a estos grupos con su mercancía diversa en Tacubaya, Centro Médico, Cuatro Caminos y Pantitlán. La primera ocasión donde las observé fue un domingo en la estación Hidalgo, pero curiosamente pasé hace unos días y ahí ya las desalojaron porque los pasillos están libres nuevamente.

Hace algunas semanas – además de los tianguis feministas — he visto unos nuevos módulos de venta en todas las estaciones por donde he pasado, desde Taxqueña a Cuatro Caminos, de Universidad a Indios Verdes, de Centro Médico a Tacubaya y de Centro Médico a Pantitlán, que son los lugares por donde más he viajado en estas semanas.

En esos módulos te ofrecen productos de todo tipo, desde dulces, chocolates, audífonos, accesorios para celulares, chucherías, regalos, artículos de novedad y lo que se puedan imaginar.

El Sistema de Transporte Colectivo no ha informado de la instalación de estos módulos y los costos de la renta para los comerciantes; eso sí, hay cuando menos diez de ellos en cada estación. No se ven mal, aunque le pregunté a varios vendedores en esos puestos y todos me comentaron que ellos eran empleados, no sabían los costos y mucho menos cómo los puedes contratar.

La oficina de difusión del Metro informó en mayo pasado que retiró 75 puestos de comercio ilegal en algunas estaciones y que fueron ofrecidos ilegalmente por estafadores. Mencionan en su comunicado a las supuestas empresas Grupo GTM y Kiosko Urbano que comercializan módulos en internet e incluso a través de folletería.

Sin embargo, los puestos que he visto en las estaciones son legales tanto que en la parte superior tienen un letrero con el nombre de la estación en donde deben estar, es decir, existe un control para que no se coloquen en otros lugares del Metro que no sea en el cual se les autorizó.

A las tianguistas y los módulos hay que agregar unos estanquillos de madera (así les digo) que “aparecieron” en las estaciones del Metro hace más de un año. En estos muebles también se vende de todo, principalmente dulces, botanas y agua. Tampoco ninguna autoridad explicó nunca su origen o su objetivo. Entrevisté a algunos de los encargados y me dijeron que esos muebles son para que las personas discapacitadas tengan un modo de sobrevivencia, aunque los vendedores no se ven con algún problema físico.

Por supuesto, los comerciantes establecidos en el Metro, que pagan renta cada mes, están muy molestos con la proliferación de los tianguis feministas, los módulos y los estanquillos porque definitivamente les están robando clientela. Me comentó un comerciante en la estación Garibaldi Lagunilla –, que “de por sí las ventas han bajado con la pandemia, con esta competencia, vamos a quebrar”.

A final de cuentas, la oferta comercial en el Metro es de chile, dulce y manteca para millones de usuarios.

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