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25 de agosto de 2025 5:11 pm
LA MORALEJA DE LA MORALEJA

LA MORALEJA DE LA MORALEJA

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Por Luis Villegas Montes…

En política, como en los cuentos de niños, siempre hay una moraleja, y el episodio de Beatriz Gutiérrez Müller y su presunta mudanza a España nos regala tres por el precio de una.

La primera es literal: La Moraleja, urbanización de élite al norte de Madrid, donde el metro cuadrado vale más que la palabra empeñada en campaña. Allí, entre chalés de película, múltiples clubes de golf y colegios internacionales que cuestan lo mismo que un ministerio, ubican a la familia del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Nada que ver con la “república austera”, más bien con la fábula del burro que quiso ser caballo.

La segunda tiene que ver con la moral; pero no con la que predican, sino con la otra, la que se agacha, se encoge y se vuelve inútil, porque la famosa carta de Gutiérrez Müller[1] niega, sí, que se haya mudado; pero calla lo esencial: ¿hubo trámites de residencia?, ¿preparativos?, ¿matrícula en la Complutense? Como en los cuentos de Monterroso, lo que importa no es lo dicho, sino lo que se omite, y lo omitido siempre queda en la habitación, como el dinosaurio.

La tercera es la auténtica moraleja del cuento. En MORENA nunca hay claridad, sino andarse por las ramas y con medias tintas, se responde con ira, pero sin precisión, se acusa a “la derecha rancia” y al “enemigo de siempre”, como si esa muletilla fuera suficiente para tapar cualquier contradicción. Esopo lo sabía: la zorra que no alcanza las uvas siempre dice que están verdes. Aquí la fábula se repite, pero con chalé madrileño de fondo.

En La Fontaine las moralejas eran breves y contundentes: “No hay peor tirano que la lengua que miente”. En Morena, en cambio, la moraleja es interminable, enredada, un bosque de excusas donde nadie se atreve a decir lo obvio.

La Moraleja, pues, nos deja su propia enseñanza: cuando la moral se achica y el relato se vuelve fábula torcida, el cuento nunca acaba bien; y la verdadera moraleja es esta: en el ejercicio del poder no siempre se pierde por lo que se hace, sino por lo que se calla.

En La Moraleja el cuento termina,

con moral baja y palabra mezquina.

Si calla lo cierto quien todo predica,

la fábula enseña: la lengua castiga.


[1] Artículo de Carlos Carabaña titulado: “Beatriz Gutiérrez Müller niega que viva en España”, publicado el 18 de agosto de 2025, por el periódico El País.

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