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23 de noviembre de 2024 4:22 am
Cuarta novillada sin orejas

Cuarta novillada sin orejas

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La cuarta novillada del ciclo 2024 de la Plaza de Toros Monumental de la Ciudad de México finalizó sin orejas para los novilleros Carlos Domínguez, de España, el mexicano Efrén Cabrera y el nacido en Francia, César Fernández “Quitos”.

Los novillos de Atlanga estuvieron bien presentados y de distinto juego. Encastados en general.

La novillada de La México repitió el resultado de las tres anteriores. Astados con casta y novilleros incapaces de lidiar de manera correcta para hacer lucir las virtudes del ganado.

Empezó la corrida con un ejemplar hecho pero de tranco lento. Fue toreado por el español Carlos Domínguez con medias verónicas y chicuelinas. Carlos expuso la tela corta siempre sin asomarse.

Faena que el impenitente sol y la falta de fuerzas del animal hizo soporífera. Logró pasaportarlo el español con esfuerzos. Recibió dos avisos.

Su siguiente novillo se mantenía fijo en los engaños. Domínguez lo toreó improvisando, poniendo la tela aquí y allá. Una faena sin mando realizada con el compás alejado de la muleta.

El de luces fue persiguiendo por el ruedo al cuarto de la tarde. Requirió de varios intentos para acertar con el acero. El animal se fue en arrastre lento.

Antes, el picador Daniel Morales ejecutó una gran puya que acabó por ser lo mejor de la tarde.

Efrén Cabrera con su manso primero no pudo hacer nada, pues en todo momento el de Atlanga se defendía esperando.

Cabrera se llevó un revolcón en el primer intento de estoquear. Escuchó dos avisos.

Al manso y muy parado quinto le planteó un toreo en semi redondo.

Todo lo que se vio en este penúltimo toro de la tarde fue deslucido y sin sentido. Efrén se llevó merecidas protestas.

Un cárdeno que acudía presto desde la distancia fue desperdiciado por el francés César Fernández “Quitos”. El espada insistió en dejar la muleta atrasada y en paralelo. Por esto mismo ahogó las bonanzas del astado.

Fea expresión lidiando la del europeo, muy despatarrado y alejado el tronco de la trayectoria de su rival. Los pases que pudo realizar acababan con el bovino saliendo suelto. Pudo matar al tercer intento, no sin antes escuchar un aviso.

Con el cierra plaza más de lo mismo. El novillo evidenció casta que el novillero no supo entender y menos templar.

Se fue complicando la res y solo una tanda de tres naturales sustrajo la emoción embistiendo del cornúpeta.

Sí apreció el público las cualidades del Atlanga al cual despidieron con un arrastre lento.

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