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23 de diciembre de 2024 1:31 am
¿Primero los Pobres?

¿Primero los Pobres?

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En medio de un sexenio afectado por diversas turbulencias financieras, en recesión “técnica” desde hace dos años y con una inflación sin precedente en más de dos décadas, la narrativa gubernamental de primero los pobres -eslogan de campaña-, hace agua y presagia el hundimiento del barco ante la aplicación de políticas públicas que paradójicamente abandonan a los desposeídos.El más reciente estudio del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) establece que hay cinco millones más de nuevos pobres que en 2018; más aún, en la época neoliberal hasta la población en pobreza extrema, con los apoyos gubernamentales, mejoraba sus paupérrimos ingresos en un 20 por ciento, mientras que ahora solo alcanzan a recuperar el 8 por ciento o menos.El problema, además de los efectos económicos de la pandemia, el decrecimiento sostenido por tres años y el desempleo provocado, es la falta de una verdadera política pública de crecimiento económico y de desarrollo social, ya que se optó por un programa clientelar de subsidios o dádivas a ciertos sectores poblacionales con fines electorales. Se privilegió la consecución de un proyecto político de corte populista setentero en lugar de establecer un plan sexenal que detonara la reactivación económica y el progreso sostenido.Ese error de cálculo estructural afectó a la gente en pobreza y pobreza extrema, ya que, de cada 100 pesos del programa de adultos mayores, solo 2.4 pesos se entregan a la población realmente vulnerable o en la miseria. En cuanto a las becas para estudiantes que sí estudian, únicamente el 7 por ciento recibe ese apoyo. El gobierno aumenta las pensiones para los adultos mayores, pero disminuye la ayuda para otros miembros de la familia, como pueden ser las becas para estudiantes, las de oportunidades, el suplemento alimenticio o la ayuda para guarderías. El incremento en las pensiones se diluye por la falta de estímulos para otros miembros de ese núcleo familiar.La universalidad de las pensiones para adultos mayores ha beneficiado, curiosamente, a la “aspiracionista” y odiada clase media, la cual recibe la misma prestación de bienestar aunque no la necesite, solo por contar con la edad; además tiene asegurada, cuando menos, su pensión del IMSS o del ISSSTE o el prorrateo de su fondo de retiro (Afores), ingresos a los que no aspiran los verdaderos pobres, por no ser beneficiarios de esos sistemas de jubilación.Es común que la 4T responsabilice o culpe de todo lo malo al pasado, a las anteriores administraciones o gobiernos, tal vez por ello no se repara en que entre 2016 y 2018 bajó tangencialmente el índice nacional de pobreza, logro que no reconoce este régimen, que prefiere hablar de corrupción o despojo. La posibilidad de disminuir la miseria en nuestro país está al alcance del gobierno -a pesar de que nos perfilamos hacia un cuarto año sin crecimiento-, si se aplicara un verdadero programa económico que promoviera el desarrollo social, pero prefieren alentar un proyecto político basado en el uso clientelar de los programas sociales y provocar una fuga de dinero que bien pudiera servir para satisfacer las necesidades de los más pobres: la manutención de 23 mil siervos de la nación que cuestan al erario federal 3 mil 587 millones pesos al año en salarios.De tal suerte que es una falacia la pretensión de la 4T de reivindicar a los pobres. El proyecto político, que no económico, que promueven no contempla a los casi 60 millones de desposeídos en México, solo se preocupan por su base clientelar, que no necesariamente son los más necesitados ni los más productivos. ¿Primero los pobres?

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