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9 de octubre de 2025 11:44 am
La Encrucijada de la Conectividad: México entre el Debate Histórico y la Urgencia de la Modernidad

La Encrucijada de la Conectividad: México entre el Debate Histórico y la Urgencia de la Modernidad

Por Victor Hugo Celaya Celaya…

Me gustaría iniciar este artículo recordando una lectura sociopolítica que me impactó desde muy joven. Hace algunos años, leí un libro cuya actualidad se mantiene viva si lo proyectamos correctamente a la realidad nacional y al proyecto inacabado de desarrollo que sigue siendo un debate histórico e ideológico. Esta persistente encrucijada de definiciones sobre la orientación de las diferentes corrientes y proyectos político-ideológicos ha marcado a los gobiernos que han ejercido, detentado y alternado el poder político en México durante las últimas décadas.

Edmundo O’Gorman, en su profundo libro México: El trauma de su historia, explica en el capítulo “La encrucijada de Jano” que, en el fondo, tanto los liberales como los conservadores del siglo XIX perseguían un mismo ideal: convertir a México en una nación semejante a los Estados Unidos. La diferencia no estaba en la meta, sino en el enfoque y el matiz de sus reflexiones. Para los liberales, el objetivo era llegar a ser como los norteamericanos, pero sin dejar de ser profundamente mexicanos, conservando un sello propio. Los conservadores, en cambio, planteaban que, siendo ya lo que somos, debíamos parecernos a los Estados Unidos incluso a costa de imitar sus instituciones y modos de vida.

Esa encrucijada persiste en pleno siglo XXI y, hasta nuestros días, con diferentes matices, sigue siendo una paradoja y una realidad en el constante debate nacional, tanto en el plano político como en el económico. Miramos hacia afuera, a la imagen de éxito y modernidad que representan no solo Estados Unidos, sino también otros países desarrollados de Europa y Asia, principalmente, que han alcanzado prosperidad y desarrollo para sus sociedades. Al mismo tiempo, pareciera que seguimos anclados o atados a un pasado o a un presente con una identidad ambivalente.

Estamos atrapados entre izquierdas, derechas, centroizquierdas, centroderechas, entre izquierdas populistas, neoliberales y progresistas socialdemócratas. Esta fragmentación ideológica nos impide asumir y acercarnos prudente y plenamente a esos modelos de desarrollo global. No obstante, tenemos un proyecto constitucional histórico de nación federalista y republicano con aspiraciones muy claras, que busca el progreso de nuestra sociedad desde hace muchísimos años, anclado en nuestra independencia, soberanía y autodeterminación. Lamentablemente, no hemos logrado cumplirlo en su totalidad debido a un debate ideológico-político que sigue siendo la parte central de la orientación de los gobiernos, la asignación de sus recursos y sus alcances.

Transporte y Desarrollo: La Base de la Modernidad Global

Reflexiono y comento lo anterior porque, en todos los países del mundo, el transporte humano y las vías de comunicación son motores esenciales del desarrollo económico y social. La infraestructura de transporte terrestre, aéreo y marítimo no es un lujo, sino el factor que define el nivel de interdependencia de una nación con el mundo.

Las naciones que hoy llamamos desarrolladas comprendieron esta lección tempranamente e hicieron de la infraestructura de comunicación y transporte una prioridad estratégica. Invirtieron en carreteras, aeropuertos y puertos modernos que sirven como base para el comercio, la inversión, la productividad y, de manera crucial, para la seguridad nacional.

Veamos algunos ejemplos que ilustran esta visión de largo plazo:

  • Estados Unidos: La Columna Vertebral de la Expansión. En 1956, el país del norte inició la construcción de la Red Interestatal de Autopistas, que a lo largo de los años se convirtió en el mayor sistema de carreteras del mundo. Conectando más de 75 mil kilómetros, esta red no solo facilitó la movilidad de personas y bienes, sino que se erigió como la verdadera columna vertebral de su expansión económica y militar. La red interestatal no solo fue un proyecto de movilidad, sino una estrategia para integrar un territorio vasto y complejo, permitiendo a las empresas reducir costos logísticos y expandir sus mercados.
  • China: El Líder de la Conectividad Rápida. En Asia, y particularmente en China, la inversión en infraestructura ha sido vertiginosa y ha transformado su posición global. En la última década, China ha invertido más de 1.3 billones de dólares en trenes de alta velocidad, puertos de clase mundial y aeropuertos. Este esfuerzo la ha convertido en un líder mundial en conectividad, con una red ferroviaria de alta velocidad que supera los 40,000 kilómetros. Su enfoque no es solo la cantidad, sino la velocidad y la eficiencia, logrando que el transporte de personas y mercancías sea un multiplicador de la productividad.
  • Rusia: Integración Territorial a Gran Escala. Rusia, con su inmenso territorio, demostró una visión estratégica similar hace más de un siglo con el Ferrocarril Transiberiano. Esta vía férrea no solo conectó las regiones europeas con el Lejano Oriente, sino que aseguró la integración política, económica y estratégica de su vasto territorio, lo que fue fundamental para su consolidación como potencia.
  • Europa: Eficiencia y Cooperación Continental. En Europa, la modernización se centra en la interconexión. El sistema de trenes interconectados de alta velocidad y la modernización constante de puertos como Róterdam (Países Bajos) y Hamburgo (Alemania) son logros estratégicos que sirven como pilares del comercio continental y global. El Puerto de Róterdam, por ejemplo, es el más grande de Europa y una puerta de entrada crucial para el comercio global, manejando cerca de 470 millones de toneladas de carga anualmente. Esta eficiencia portuaria, combinada con una red terrestre y ferroviaria eficiente, minimiza los cuellos de botella y maximiza el flujo de comercio.

Todos estos ejemplos nos muestran cómo el transporte en esos países no es solo un tema de movilidad de personas, vehículos, aeronaves y buques marítimos y transcontinentales, sino la base sobre la cual se construye la modernidad, la productividad, la competitividad y la seguridad de las naciones.

La Deuda Pendiente de México: Infraestructura, Rezago e Inseguridad

Ciertamente, México ha construido a lo largo de muchos años importantes vías para su desarrollo, lo cual es innegable. Sin embargo, nuestra infraestructura de comunicación es aún insuficiente. A esto se suma el deterioro actual, causado por la insuficiencia crónica de recursos para su mantenimiento y por el lacerante problema de la inseguridad, elementos que en conjunto proyectan un rezago creciente frente a los retos de la modernidad. Necesitamos urgentemente volver a crecer, como ya hemos dicho, para generar mayor ingreso nacional y fiscal, y dedicarlo a proyectos estratégicos de infraestructura para el desarrollo.

A pesar de la participación actual de la iniciativa privada en aeropuertos y carreteras concesionadas, muchas vías nacionales, interestatales y locales muestran un estado preocupante. El transporte urbano y de conectividad carretera, tanto de pasajeros como de carga, enfrenta hoy un rezago crítico. Nuestros aeropuertos y puertos marítimos, aunque cuentan con inversión privada, no alcanzan el nivel de modernización necesario para responder a las demandas de nuestra sociedad, a las exigencias de la economía nacional y, crucialmente, a los desafíos del comercio internacional multilateral.

El Impacto Paralizador de la Inseguridad

Peor aún, la inseguridad en el transporte, en general, se ha convertido en un riesgo permanente. Asaltos, robos, extorsiones y agresiones son parte del día a día para millones de usuarios, transformando cada viaje en un desafío. El transporte en México dejó de ser solo un problema de movilidad para convertirse en un asunto de seguridad nacionalcon un impacto directo y severo en la productividad.

El costo de esta inseguridad es brutal y se traduce en cifras que paralizan la economía:

  • Pérdidas para el Autotransporte de Carga: El robo al transporte de carga se ha disparado. Según datos recientes de la Cámara Nacional del Autotransporte de Carga (CANACAR), la pérdida económica anual por el robo de mercancías supera los 7 mil millones de pesos anualmente, una cifra que incrementa los costos logísticos para las empresas en al menos un 1.5%. Este costo adicional lo absorben el consumidor y el productor, reduciendo la competitividad de los productos mexicanos.
  • Riesgo en Zonas Clave: El 80% del robo al transporte ocurre en diez estados del país, concentrándose particularmente en el llamado “Triángulo Rojo” del centro del país. Esto obliga a las empresas a invertir en costosos sistemas de seguridad, custodia y seguros, afectando la eficiencia de las cadenas de suministro y retrasando la entrega de insumos vitales.
  • Impacto en el Transporte Público y Pasajeros: El problema no se limita a la carga. Millones de usuarios de transporte público y carretero de pasajeros sufren asaltos. Las encuestas de victimización muestran que el robo o asalto en el transporte público es una de las principales preocupaciones de los ciudadanos en las grandes urbes, lo que mina la calidad de vida y la confianza en las instituciones.

La inseguridad convierte a la logística en un proceso costoso e incierto, disuadiendo la inversión y frenando el potencial de crecimiento de México como plataforma de nearshoring y centro logístico global.

Urge un Gran Plan Nacional de Transporte y Comunicación

Medir el impacto del transporte terrestre, marítimo, urbano e interregional en la economía revela no solo su importancia estratégica, sino la urgencia de una planeación seria e integral. Los países desarrollados avanzaron con determinación porque concibieron desde el inicio un plan maestro de infraestructura y tecnología que garantizara seguridad, eficiencia y modernidad.

En México, ante la insuficiencia de recursos fiscales, se ha recurrido históricamente a la inversión privada. No obstante, si esta inversión no se enmarca en un marco regulatorio firme, muchas concesiones o inversiones público-privadas terminan careciendo del mantenimiento adecuado y representan, además, altos costos en cuotas y peajes para los usuarios. Esta situación exige una reforma inmediata en los programas de inversión y mantenimiento en carreteras, puertos y aeropuertos, así como una atención prioritaria a la conectividad rural, donde el rezago es aún mayor y afecta a las comunidades más vulnerables.

Por ello, el país necesita con urgencia un Gran Plan Nacional de Transporte y Comunicación. Este plan debe ser concebido con la participación de los tres niveles de gobierno (federal, estatal y municipal), la iniciativa privada y esquemas binacionales, especialmente en zonas fronterizas.

Un plan estratégico de esta magnitud debe incluir, por lo menos, los siguientes elementos clave:

  • Coordinación Intergubernamental y Visión de Estado: No puede ser un proyecto sexenal. Debe ser un plan de largo plazo (25 a 30 años) que trascienda administraciones, asegurando la continuidad de la inversión y el mantenimiento. Esto requiere una ley de planeación de infraestructura que obligue a los gobiernos a mantener los compromisos de las inversiones estratégicas.
  • Marco Regulatorio Firme para Concesiones: Se deben reestructurar los esquemas de Asociación Público-Privada (APP) para garantizar que el mantenimiento sea una obligación prioritaria, no un gasto aplazable. Las tarifas deben ser justas y revisadas periódicamente para asegurar que los altos peajes se correspondan con una infraestructura de alta calidad y segura.
  • Fondo Nacional de Mantenimiento: La infraestructura requiere una inversión constante y preventiva. Se necesita crear un fondo con recursos etiquetados, blindado contra recortes presupuestales, dedicado exclusivamente a la rehabilitación y el mantenimiento preventivo de la red carretera primaria, secundaria y la infraestructura portuaria y aeroportuaria.
  • Seguridad y Tecnología Integral: La seguridad debe integrarse en el diseño. Esto significa usar tecnología de punta (cámaras de vigilancia con Inteligencia Artificial, software de geolocalización avanzado) para monitorear las zonas de riesgo, coordinar a las fuerzas de seguridad y establecer protocolos de reacción rápida para proteger a transportistas y pasajeros.
  • Conectividad Multimodal: El plan debe priorizar la interconexión eficiente entre diferentes modos de transporte: puertos a ferrocarriles, ferrocarriles a carreteras y estas a centros de distribución y aeropuertos. Un sistema multimodal reduce costos logísticos y la dependencia de un solo tipo de transporte.

Este plan debe garantizar el tránsito seguro de personas, vehículos y mercancías , fomentar la inversión y dar certeza a personas, familias, empleados, profesionistas y empresas en sus actividades cotidianas.

Los Retos de la Tecnología y Modernidad Inaplazables

La infraestructura física debe ir acompañada de una robusta estrategia tecnológica. Los países líderes en desarrollo nunca separaron la inversión en transporte de la innovación tecnológica, logrando sistemas más seguros, eficientes y confiables.

México no puede quedarse atrás. Es indispensable incorporar los nuevos medios de comunicación y la conectividad digital como parte integral de esta estrategia. Hablamos de sistemas de tráfico inteligentes, digitalización de trámites portuarios y aeroportuarios, y el uso de big data para optimizar rutas y reducir los tiempos de traslado.

Moverse en México se ha vuelto, en muchas y cada vez más frecuentes ocasiones, un acto de fe. El transporte colectivo saturado, las carreteras inseguras y la infraestructura insuficiente afectan cada día la vida y la productividad de millones de personas. Sin seguridad física y modernización tecnológica, el rezago económico y la brecha social se ensancharán aún más.

El país necesita con urgencia una política integral que combine mayores recursos públicos y privados para inversión, tecnología y seguridad en materia de transporte y comunicación. Solo así podremos remontar y superar esta encrucijada de nuestro tiempo : convertir al transporte y la comunicación en los verdaderos pilares de un México moderno, seguro y competitivo. El desarrollo no es un debate ideológico; es una decisión pragmática, estratégica y de largo plazo que debemos tomar y ejecutar ahora.

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