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7 de septiembre de 2025 11:38 am
LA GUERRA DEL AGUA: LOS MITOS SOBRE SU USO EN UN ESCENARIO DE CAMBIO CLIMÁTICO

LA GUERRA DEL AGUA: LOS MITOS SOBRE SU USO EN UN ESCENARIO DE CAMBIO CLIMÁTICO

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·        La escasez de agua es una realidad que requiere de atención urgente.

·        El agua es el recurso más preciado e indispensable para el mundo y la humanidad

El presente artículo pretende discernir sobre la afirmación de algunas agencias, gremios de industriales y gobernantes que afirman que la agricultura consume entre el 70 % y el 80 % del total de agua dulce.  Dicen “Hay que eficientar su uso en este sector y aplicar políticas públicas orientadas a reducir dicho porcentaje de consumo, trasladando el excedente a las zonas urbanas e industriales”.

Sostenemos que el sector agropecuario la usa, pero no la consume en dicho porcentaje. El consumidor final de productos agroalimentarios y materias primas es él quien la consume, y los intermediarios se apropian tanto del agua contenida en los productos (huella hídrica) como de estos, a través de los altos márgenes de ganancia, lo cual se demuestra en el diferencial de precios recibidos por el productor agrícola y el consumidor final, que varía entre el 100 y 400 %.

Introducción

Con el agua inició el origen de la vida en nuestro mundo. Se dice que la vida orgánica se formó en los océanos ancestrales, y la hipótesis más aceptada es que el agua pudo haber llegado con los impactos de asteroides o cometas, durante las últimas etapas de evolución de nuestro planeta (Mediateca/UNAM).

Indudablemente, el agua es el recurso más preciado e indispensable para el mundo y la humanidad, pues está presente en cada recurso material y viviente de nuestros ecosistemas. Es el líquido vital de muchas especies vegetales, animales, plantas y hongos.

En el caso del ser humano, se estima que el 65 % del peso corporal es agua. Esta proporción varía entre el 50 % y el 70 %, según la etapa de la vida (ACUAE Fundación), y se obtiene tanto del consumo directo como de los alimentos.

El informe anual más importante de la agencia FAO/ONU, referente a la situación de la alimentación y la agricultura en el mundo, estima que la población actual asciende a 8 mil 222 millones de personas, de las cuales 3 mil millones viven en áreas agrícolas con una gran escasez de agua, lo que representa el 36.5 % del total. De ese grupo, casi la mitad, 1,200 millones, enfrentan graves limitaciones de acceso al recurso.

El proceso de transformación de alimentos, a partir de la producción agrícola, pecuaria, forestal y pesquera, busca garantizar la atención a necesidades básica del ser humano:  la alimentación y la hidratación. Ambas esenciales para su reproducción biológica y material. Como miembros de una “aldea mundial”, estos procesos se vuelven prioritarios en un escenario de calentamiento global, que amenaza no sólo la disponibilidad de alimentos y agua dulce, sino que tiene repercusiones más alarmantes en el medio ambiente.

Surgen entonces alarmas por el déficit hídrico, también denominado “estrés hídrico”, el cual ocurre cuando la demanda de agua supera la oferta disponible o cuando su mala calidad restringe su uso, según la Agencia Europea de Medio Ambiente

México no es la excepción. La escasez de agua es una realidad que requiere de atención urgente. Según la ONU, las sequías se duplicarán para 2050, lo que amenaza la disponibilidad y calidad del agua. México ya enfrenta desafíos. En las últimas décadas, las sequías se han intensificado, principalmente en las regiones del norte y centro del país.

Estas sequías tienen varias causas interrelacionadas:  el cambio climático, la sobreexplotación del agua, la deforestación y el aumento del consumo por el crecimiento de la población urbana. El cambio climático altera los patrones de precipitación y vuelve a las lluvias impredecibles. El aumento de la población conduce a un mayor consumo, mientras que la deforestación disminuye la capacidad de los ecosistemas para retener agua y regular el ciclo hidrológico.

Uno de los factores más preocupantes es la reducción y variabilidad en las precipitaciones. De acuerdo con datos de la CONAGUA, en junio de 2023 a nivel nacional llovió 61 % menos en relación al promedio del mismo mes entre 1991 y 2020. ¿La razón? Durante el primer trimestre de 2023, el 47 % del territorio nacional estaba cubierto por sequía. Para 2024, el porcentaje aumentó a un 58 %. 

El 2024 se convirtió en el año con la peor sequía que ha sufrido México desde 1941. Según el Monitor de Sequía de la CONAGUA, al 15 de enero del 2025, el 65.63 % de los municipios en el norte del país enfrentaban algún grado de sequía.

La intensidad en varias zonas pasó de moderada a severa y de extrema a excepcional. Esto ha provocado una importante disminución de lluvias. Esta   sequía ha sido considerada como la más extensa y severa ola de calor de los últimos años.

El impactó ha sido sobre las principales presas del país, que al 27 de agosto -en plena época de lluvias- se encuentran en promedio al 52% de su capacidad, lo que representa un total de 65 mil 29 millones de metros. (La Jornada; IMCO con información de CONAGUA/SADER).

La actividad agropecuaria usa el agua, pero consume un menor porcentaje que el que se afirma.

El objetivo es demostrar que la huella hídrica de los alimentos, es una evidencia objetivo de que el agricultor sólo usa, no consume el agua dulce, que el mayor beneficiado del uso del agua es quien obtiene mayor margen de ganancia o renta de los productos agroalimentarios y que al final el mayor consumo de agua es de los consumidores, tantas de áreas urbanas que son los más y de zonas rurales que son los menos y es el que paga el precio final.

La seguridad alimentaria no está garantizada sólo con el uso eficiente del agua ni con elevar la productividad agropecuaria. Por ello, en este artículo analizaremos la comparación de los márgenes de ganancia entre los distintos agentes económicos de las cadenas de valor agroalimentarias, así como el proceso de concentración de capitales y la reducción del nivel de ingreso de los productores agrícolas y de los consumidores.

No basta con ser más eficientes en el uso del agua y elevar la productividad agrícola.  Es fundamental reducir las pérdidas pos cosecha, eliminar la especulación y establecer un mecanismo eficiente para ajustar los precios cada eslabón de la cadena productiva, beneficiando a quien incorpore el agua en los alimentos y materias primas, o gravando proporcionalmente a quien obtiene una mayor renta a partir de estos productos.

Este razonamiento, se basa en que el movimiento de precios de los commodities, frutas y hortalizas, aunque considera los factores fundamentales del mercado, es altamente especulativo y no toma en cuenta las limitaciones de los recursos naturales como el agua. Un ajuste en la determinación de precios permitiría que estos factores fueran más acordes con la realidad actual, marcada por el cambio climático y el déficit de sustentabilidad. Además, permitiría a los productores obtuvieran mejores ingresos para invertir en tecnología y así hacer más eficientes sus procesos.

La huella hídrica de los alimentos y otras materias primas.

Es muy importante comprender de manera amplia el concepto de huella hídrica, ya que es el indicador que define el volumen total de agua utilizado y los impactos ocasionados por la producción de bienes y servicios. Considera el consumo de agua directo e indirecto a lo largo de todo el proceso productivo, incluyendo las diferentes etapas de la cadena de suministro (Faolex/ONU).

Un análisis comparativo, por ejemplo, muestra que los biocombustibles requieren entre 70 y 400 veces más agua que los combustibles fósiles que reemplazan, las papas fritas (40 grs.) consumen 185 lts., y la producción de papel, requiere alrededor de 2,000 litros por kilo.

A continuación, enlistamos una serie de productos, todos provenientes del campo y el agua que requieren bajo el concepto de huella hídrica.

Huella Hídrica de algunos alimentos

Productos Agrícolas

ProductoCantidadLitros de agua requeridos
Carnes de res1kg15, 415
Carne de Oveja1kg8,760
Carne de cerdo1kg5,980
Carne de pollo1kg4,320
Legumbres1kg50
Cereales1kg1,643
Frutas1kg700
Verduras1kg250
Leche1 lto.1000
Café125 ml140
Vino1 lto.720
Cerveza                               1 lto.190
1 taza35
Chocolate1 lto17,000
Papa1 kg287
Elote Verdura1kg545
Tortilla de Maíz1kg (30 tortillas)54.7
Mantequilla1kg1,020
Queso1kg5,000
Arroz1kg2,500
Trigo1 kg100
Maíz1 kg1000
Lentejas1 kg50
Manzana1 pieza70
Naranja1 pieza50

Fuente: FAO con y cálculos de ajuste para comparar unidades equivalentes.

Los márgenes de precios: del productor al consumidor, ¿quién se beneficia más?

La realidad es que los precios al consumidor no disminuyen como resultado de la productividad; únicamente se reducen para el productor agrícola. En cambio, el comercializador y el detallista no reaccionan inmediatamente a una baja en los precios. En muchos casos, sólo ajustan sus precios cuando aumentan los costos de materias primas o insumos.

Los márgenes de ganancia de los agentes económicos en las cadenas de valor son desproporcionados. La mayoría de los productos agrícolas se encarecen más del 100 % desde el campo hasta la mesa del consumidor, sin embargo, hay casos donde el incremento alcanza hasta el 400 %, debido a que los intermediarios pagan precios bajos a los productores.

La mercancía después es adquirida por las grandes cadenas comerciales que la ofrecen a las familias a costos elevados, quedándose con los mayores márgenes de ganancia. (La Jornada 31/12/20237 GCMA) Por ello, la productividad por sí sola, no garantiza el acceso justo a los alimentos.

Lo que se debe mejorar es el precio final y el ingreso de la población. La especulación es un elemento presente en las cadenas de valor de los alimentos, lo que podría resumirse en una frase de Mahatma Gandhi “La producción de alimentos es suficiente para saciar el hambre del mundo, pero no para saciar la avaricia de los hombres”.

Mientras un productor vende el kilo de tomate en $7.50 pesos, el consumidor lo paga en $ 38.00 pesos. El maíz que se paga en $5 pesos en la parcela, se vende como tortilla a $23.30 pesos el kilo. Lo mismo ocurre con la leche, el chile, la carne, el huevo y el aguacate. La cadena está rota, recuperar el control sobre los precios es una necesidad urgente, si se quiere que el campo siga siendo rentable(https://sembrandomexico.com.mx/22052025).

Los mitos del agua

1° Se dice que la agricultura representa el 70 % del consumo total de agua dulce, comparado con el 20 % de la industria y el 10 % para uso urbano y doméstico (FAO).

Realidad. La relación entre el agua y los alimentos: La agricultura usa el agua para transformarla, junto con el suelo, el sol y otros nutrientes en frutos, verduras, legumbres, cereales, oleaginosos, carnes y otras materias primas que, en su destino final, son consumidas por las poblaciones urbanas y rurales. La agricultura la usa; el mayor porcentaje la consume la población en general.

2° La producción de alimentos va asociada al incremento de la población mundial, que pasó de 2 mil 500 millones de habitantes en 1950 a 8 mil 222 millones de hoy, a través de mejoras en el rendimiento de las actividades agrícolas y ganaderas aunado a la ampliación de las tierras en regadío (FAO).

Realidad.  La productividad por superficie también implica eficiencia en el uso del agua. Desde la Revolución Verde se ha mejorado el rendimiento por hectárea en cereales; también impactó en los rendimientos de verduras, legumbres, oleaginosas frutas y ganadería. Esto se logró gracias al avance en biotecnología y al desarrollo de la innovación e investigación en los procesos de transformación de los productos del campo en alimentos más complejos e industrializados. Todo esto ha permitido una mayor eficiencia en el uso de los factores de producción, no sólo de materias primas e insumos, sino también del agua en las cadenas de valor agroalimentarias.

3° Los precios de los alimentos han vuelto a la volatilidad. Con la previsión de que la población alcance los 9 mil millones en 2050, el mundo necesita mejorar de forma masiva la productividad del agua en la agricultura si quiere poder alimentar a sus habitantes. Sin embargo, no se cuenta con mecanismos de mercado que ajusten automáticamente los precios del productor y del consumidor final ante la variabilidad de los precios, lo que provoca especulación y concentración de la riqueza en intermediarios y de las grandes y poderosas empresas multinacionales.

La realidad. – La volatilidad de los precios agrícolas hoy no es el principal problema. El desorden en los mercados mundiales ha sido impulsado por el ajuste hacia un nuevo orden económico global, generado por la guerra comercial entre bloques comerciales y la nueva política de EE. UU., que favorece la especulación de los grandes corporativos mundiales,

El problema de pobreza en los habitantes del sector primario agrícola y pecuario se debe a los bajos márgenes de ganancia provocados por los bajos precios que se pagan a los productores agrícolas y los altos costos de los insumos, así como por el alto margen de apropiación de los intermediarios de alimentos (acopiadores, comercializadores, agroindustriales y mercados mayoristas y minoristas). De hecho, hay inventarios sin comercializar, como resultado del ajuste en las proveedurías tradicionales, la incertidumbre por la imposición de aranceles comerciales y las reacciones impositivas a quienes afectan al comercio, además de la reducción en las opciones de financiamiento y seguros agrícolas. Todo esto ha provocado un desajuste en las cadenas de suministro agroalimentarias y el retiro de subsidios por parte de los gobiernos.

La percepción de los mercados de futuros de los productos agrícolas y pecuarios es incierta y, el comercio es de alto riesgo, tanto para exportadores como para importadores. Estamos viendo un ajuste estructural del mercado mundial y de la geopolítica de gobernabilidad, donde el T-MEC enfrenta innumerables desafíos.

El cambio climático, con falta de lluvias y las sequías en México, agravan este escenario de incertidumbre agroalimentaria o de seguridad alimentaria, donde la reducción de las siembras en áreas de riego es dramática.

El cambio de política agropecuaria en México desde hace siete años, apuesta al autoconsumo y no a la seguridad agroalimentaria. Es evidente el crecimiento del déficit de productos estratégicos de la canasta básica y de insumos del sector agroalimentario.

Conclusiones.

1.    El sector agrícola, pecuario y forestal usa el agua; es la población y la industria en general quienes la consumen transformada en alimentos y materias, en un mayor porcentaje, de acuerdo con la huella hídrica de los alimentos.

2.    Las innovaciones y tecnología han hecho el uso más eficiente el uso del agua en la agricultura, por lo que se ha ampliado la superficie de riego, lo que permite mayor productividad y la producción de mayor volumen de alimentos y materias primas. Sin embargo, aún queda mucho por hacer en eficiencia, administración e inocuidad de éste recurso.

3.    Es necesario y urgente robustecer los programas y proyectos hidráulicos que promuevan el uso racional del agua, la modernización y mantenimiento de la infraestructura de los Distritos de Riego, tanto en los canales principales y secundarios, así como en las cuencas de libre alumbramiento. Deben complementarse con sistemas de riego por goteo o aspersión, manejo eficiente del caudal del agua, nivelación del terreno, mantenimiento y capacitación en Buenas Prácticas Agrícolas, que incorporen tecnología 4.0: sensores, imágenes satelitales, modelos climáticos y plataformas digitales que permita una agricultura con una asignación más eficiente en la administración de los recursos naturales limitados.

4.    En la zonas urbanas e industriales deben aplicarse también proyectos de eficiencia de conducción, reducir fugas y campañas de concientización del uso racional del agua doméstica, industrial y pública (áreas verdes y edificios de gobierno).

5.    Los amplios márgenes de ganancia provocado por el diferencial de precios entre el productor y el consumidor, que se estiman entre un 100 % a un 400 %, implican que quienes deberían, proporcionalmente, pagar un impuesto mayor por el uso del agua, en forma de gravamen sobre la ganancia comercial.

6.    La volatilidad de los precios que hemos vivido en los últimos años no cuentan con mecanismos de ajuste de precios, lo que ha provocado especulación favoreciendo a comercializadores y a las grandes corporaciones del sector agroindustrial. Esto ha generado pobreza para agricultores y consumidores en los extremos de la cadena de valor, así como concentración de la riqueza en comercializadores y las grandes corporaciones. No sólo en aquellas que venden el producto a detalle, sino también en las que forman parte de las cadenas de suministros de insumos y materias primas que se usan en la agricultura. 

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