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1 de agosto de 2025 8:09 am
México tiene que dejar de reaccionar y comenzar a proponer

México tiene que dejar de reaccionar y comenzar a proponer

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*La verdadera prueba para nuestra economía no son las disputas arancelarias de hoy. Es la renegociación del T-MEC en 2026, y la preparación debe empezar ahora mismo.

Por Victor Hugo Celaya Celaya..

https://vhcc.substack.com

México se encuentra en una encrucijada. La necesidad de redefinir nuestra política comercial, no solo con Estados Unidos sino con el mundo, es más urgente que nunca. Sin embargo, frente a las recientes tensiones arancelarias, nuestra respuesta parece quedarse corta. Hemos reaccionado a las amenazas con una defensa que se siente insuficiente y, en ocasiones, con una resignación anticipada ante las decisiones de nuestro principal socio comercial.

Parece que nos hemos enfocado tanto en la batalla inmediata que estamos perdiendo de vista la guerra estratégica. Hemos adoptado una postura meramente reactiva , olvidando que la base de nuestra relación comercial es un tratado, el T-MEC, cuya revisión programada para julio de 2026 es la verdadera mesa de negociación donde se definirá nuestro futuro.

Tres décadas de éxito: lo que realmente está en juego

Para entender la magnitud de este momento, es fundamental mirar atrás y reconocer lo que hemos construido. En 1993, justo antes del primer tratado de libre comercio, nuestro intercambio con Estados Unidos apenas sumaba 80,000 millones de dólares. Para 2023, esa cifra explotó, superando los 798,000 millones de dólares.

Este crecimiento, de casi un 900% en tres décadas, nos convirtió en el principal socio comercial de Estados Unidos, por encima de China y Canadá. Pero los números no cuentan toda la historia. Esta relación transformó a México:

  • Pasamos de ser un país petrolero a una potencia manufacturera. Hoy, el petróleo representa menos del 5% de nuestras exportaciones, mientras que enviamos al mundo vehículos, computadoras y alimentos procesados.
  • Nos integramos profundamente en las cadenas de valor norteamericanas. Cerca del 40% del contenido de lo que México exporta a Estados Unidos es de origen estadounidense, creando una interdependencia que es nuestra mayor fortaleza.
  • Generamos millones de empleos. Se estima que entre 5 y 6 millones de puestos de trabajo en nuestro país dependen directamente de esta actividad exportadora.

El marco jurídico estable que ofrecieron los tratados (tanto el TLCAN original como el T-MEC) fue clave para atraer la inversión y dar certidumbre. Este éxito, sumado al fenómeno del

nearshoring que hoy nos beneficia, es el verdadero activo que debemos proteger.

El diagnóstico: una visión miope en un mundo complejo

El problema es que una negociación comercial nunca es puramente técnica; es profundamente geopolítica. La actual administración estadounidense tiene una agenda proteccionista clara, buscando revitalizar sus propias industrias. Pero la dificultad para llegar a acuerdos no solo viene de fuera.

Debemos reconocer que nuestros propios desafíos internos están debilitando nuestra posición. La deteriorada seguridad pública y un marco jurídico que ha sido trastocado en fechas recientes generan desconfianza. Un tratado comercial no es solo un acuerdo de tarifas; es un pacto de confianza basado en reglas claras, respeto al estado de derecho y combate a la corrupción. Cuando esa confianza se erosiona, nuestra capacidad de negociación se ve mermada y se atemoriza la inversión nacional y extranjera.

Estamos dejando de lado el argumento más poderoso que tenemos: los extraordinarios beneficios que nuestra alianza ha generado para ambas naciones durante 30 años y el liderazgo continental de México, que parecemos estar cediendo a otros países como Brasil.

El camino a seguir: una estrategia proactiva para 2026

En lugar de solo reaccionar, necesitamos una estrategia de fondo, geopolítica y económica. El punto de partida debe ser una evaluación honesta y profesional de estas tres décadas de apertura comercial. Con base en ello, el camino a seguir debe ser inmediato e insistente, enfocado en tres frentes:

  1. Elevar el diálogo político al más alto nivel. Necesitamos una comunicación directa y constante entre presidentes y los responsables económicos de ambos gobiernos, más allá de las coyunturas.
  2. Fortalecer nuestros equipos técnicos. Es crucial que el sector público y el privado trabajen juntos, con equipos de negociación acreditados y respetados tanto en el plano político como en el técnico.
  3. Diversificar nuestros horizontes comerciales. Debemos trabajar en paralelo para fortalecer los acuerdos que ya tenemos con Europa y América Latina, y explorar activamente nuevas alianzas estratégicas en el mundo.

Los aranceles que se definan ahora deben ser vistos como una base temporal. El objetivo principal es empezar a diseñar, desde ya, una propuesta de reestructura o renegociación del tratado para 2026. Una que no solo proteja a nuestro exitoso sector exportador, sino que brinde la certidumbre necesaria para atraer más inversión y seguir creciendo.

La encrucijada actual no es una simple crisis de aranceles; es una llamada de atención. Es la oportunidad para que México deje de reaccionar y comience a proponer, reafirmando su valor como socio indispensable y líder regional. La pregunta clave no es cómo sobreviviremos a la próxima amenaza, sino cómo vamos a liderar la conversación para diseñar las próximas tres décadas de prosperidad. El trabajo empieza hoy.

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