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4 de julio de 2025 1:00 pm
El poder del narco en las cárceles mexicanas

El poder del narco en las cárceles mexicanas

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*Funcionarios penitenciarios de alto nivel facilitaron el poder del Cártel del Noreste dentro de las cárceles federales, operando con sobornos y represión.

Por Guadalupe Lizárraga

Las actividades del crimen organizado han logrado tomar control de las mismas cárceles que deberían ser espacios de soberanía del Estado. Desde las celdas de los penales federales, los líderes de los cárteles gestionan operaciones de extorsión, torturas, homicidios, tráfico de influencias e incluso planean fugas masivas, todo con la complicidad de altos funcionarios públicos. Esta red de corrupción ha dado lugar a lo que hoy se conoce como la mafia penitenciaria.

La influencia del Z40 en los penales federales

Uno de los casos más notorios es el de Miguel Ángel Treviño Morales, alias El Z40, cuya influencia no sólo trascendió los muros del Cefereso #1 de El Altiplano, en el Estado de México, sino que se expandió hasta las oficinas de las propias instituciones penitenciarias a nivel nacional.

En un testimonio exclusivo obtenido por Los Ángeles Press, el líder nacional de una organización rival del Cártel del Noreste (CDN), revela algunos acuerdos de los funcionarios penitenciarios con Treviño Morales, actualmente bajo custodia en Estados Unidos.

El exlíder de Los Zetas orquestó un plan intrincado para mantener su control sobre los penales federales, y también para planificar su fuga y la de sus seguidores más cercanos, con la colaboración activa de funcionarios clave del sistema penitenciario, incluyendo al propio director del penal, Luis Fernando Mendoza Castellanos.

Según el relato del testigo, que ha solicitado mantener su anonimato por razones de seguridad, Treviño Morales intentó inicialmente reclutarlo. “Desde el principio, el problema con El 40 fue que el vato quería que me alineara con él”, narra el testigo. “Su intención era clara: que yo lo ayudara a tomar el control total de todos los penales federales”. La estrategia de El 40 no sólo implicaba controlar las prisiones, sino también eliminar a sus rivales para consolidar su poder fuera de las cárceles.

El testigo detalla que el líder del cártel de Los Zetas esperaba que, debido a su popularidad dentro del penal, pudiera atraer a los seguidores de otros reclusos. A cambio, El Z40 le pidió que llevara a cabo una campaña de violencia: “Todos sabemos que es un marrano, matafamilias; desde adentro era controlar a todos sus contras, para él agarrar más fuerza afuera”. La orden era golpear, torturar y, en algunos casos, matar a aquellos que se interpusieran en sus planes.

En ese entonces, el testigo se encontraba en una posición de poder considerable dentro de las pandillas de los penales federales. “Sabemos que él afuera tiene mucho poder, pero adentro no. Me ofreció hasta lo que no de dinero”, afirma el testigo.

Sin embargo, tras ser rechazado, El 40 recurrió a otra figura influyente dentro de la prisión de Aquiles Serdán, Chihuahua: Rubén Rodríguez Navarro, alias El Fonseca. Con él, El Z40 emprendió una campaña de intimidación que incluyó amenazas de muerte, asesinatos y un operativo mediático diseñado para crear un clima de inestabilidad. Uno de los actos más violentos fue el asesinato de la abogada del testigo, cuya muerte serviría como mensaje de control.

“Ya con el poder y el dinero del 40 y el liderazgo de El Fonseca, planeaban acabar conmigo por completo. Lo primero que hicieron fue matar a mi abogada, y amenazar a mi familia, madre y esposa. Obviamente querían que me quedara solo, sin el apoyo de nadie, e igual amenazaron a las familias y abogados de la gente que me seguía”, cuenta el testigo.

Los funcionarios coludidos con el crimen organizado

Además de las maniobras de los reclusos, el testimonio expone la complicidad de altos mandos dentro del sistema penitenciario, los que habrían facilitado movimientos estratégicos a favor de El Z40 a cambio de sobornos millonarios, permitiendo traslados y torturas de prisioneros, modificaciones dentro del sistema, flujo de droga y todo aquello que pudiera favorecer los intereses del líder criminal.

El testigo destaca que, entre las figuras clave dentro del sistema penitenciario, se encuentra el director del Cefereso #1 El Altiplano, Luis Fernando Mendoza Castellanos, quien ha manipulado traslados, torturas y órdenes de aislamiento para beneficiar la red de Treviño Morales. También el director del penal de Villa Aldama, Veracruz, Marte Camarena Bahena, ha respondido a las peticiones del Z40.

Otra complicidad es la de Antonio Hazael Ruíz Ortega, comisionado del Órgano Administrativo Desconcentrado (OAD), quien ha permitido que el poder de los hermanos Treviño Morales se extienda dentro de las cárceles federales, y la de Sergio Alberto Martínez Castuera Arroyo, conocido como El general Castuera, exsecretario de Seguridad Pública de Aguascalientes, vinculado con Genaro García Luna, en un esquema de desvío de recursos en la construcción de los penales federales.

La violencia como distracción

«Lo que más me jodió fue que El 40, con todo su poder, me echó al Órgano, y lo tengo comprobado. Tres meses antes de que me trasladaran a Villa Aldama, me envió un mensaje. Aún vivía mi abogada, y ahí me dijo que no me sintiera seguro, que él tenía tres huevos, y no era pandillita carcelera. Me dijo que él no tenía fronteras, que con él era el perro, el gato, el perico, y todo lo que hubiera en la casa, dejando claro que mataría a mi familia. También me advirtió que me trasladaría a Veracruz», asegura el testigo.

La idea del traslado vino de El Fonseca, dice, quien consideraba que el testigo no tenía liderazgo en ese penal, por lo que pensaban que ahí lo matarían.

«Al principio no le creí, pero cuando mataron a mi abogada y, días después, el general Castuera, coordinador de seguridad, llegó con su grupo, Los Dragones, para reubicarnos en el pasillo, fue cuando me di cuenta de que el gobierno, desde el Órgano, ya estaba arreglado con ellos», asegura el testigo.

Por ese único movimiento El Z40 habría pagado diez millones de pesos. Era el 31 de octubre de 2023. El testigo asegura que, al principio, pensaron que todo estaba bajo control, que él estaba «cuadrado», pero al llegar al penal, las cosas tomaron un giro inesperado. «Resulta que sí tenía gente firme allí, pero yo no lo sabía, y cuando vi la jugada, me di cuenta de que querían hacerme la jugada por órdenes de El Fonseca y El Z40», relata.

La tensión no tardó en estallar. Los bandos se dividieron y los enfrentamientos comenzaron a ser inevitables. «Hubo picados y 12 muertos, y se armó el desmadre», afirma. Además, en medio del caos, el testigo asegura que, al encontrarse solo en su celda, la sangre le hirvió: «Arranqué las puertas de rejas y cámaras, clavé dos placas; me puse bien pirata porque estaba viendo cómo se desmoronaba todo, y ellos pensaban que me iba a dejar».

“Ahí fue cuando el gobierno dio reversa, porque no sólo en Veracruz se armó un desastre, sino que en varios penales la situación se salió de control. Fue entonces cuando se dieron cuenta de que no podían simplemente entregarme para que me mataran, porque eso iba a provocar un caos en todo México», narra el testigo enfatizando cada detalle.

«Esto que te estoy contando me lo dijo un comandante que se hizo mi amigo. Él estuvo en una junta de altos mandos, donde estaban entregándome, pero al ver cómo se ponía el desmadre, y analizaron que no nomás así de pelada era entregarme para que me mataran, decidieron que, si me cuadraban, el problema sería peor», relata.

El testigo revela la persistente complicidad dentro del sistema penitenciario, al explicar cómo, durante dos años, ha estado en completo aislamiento, mientras su rival El Fonseca opera libremente entre los demás internos: ‘Lo curioso es que a mí me tienen dos años encapsulado, sin ver a nadie, me traen solo por todos lados, según por este desmadre, y al Fonseca lo traen en población, entre los demás’. Lo que lo ha llevado a concluir que, en realidad, ‘el gobierno todavía tiene arreglo con ellos’.

El plan de fuga encubierto

El plan más ambicioso de El Z40, según el testimonio, era planear su fuga de la prisión. Para ello, se coordinaron varias rutas de escape, tanto por tierra, como por aire, e incluso a través de túneles simultáneos que permitirían a Treviño Morales burlar la seguridad. La estrategia apuntaba a la creación de motines en otros penales, como los ocurridos en Veracruz, con el objetivo de distraer al gobierno y permitir que sus movimientos pasaran desapercibidos.

El testigo deduce en su narración que él sería utilizado como “chivo expiatorio” dentro de la trama del 40. Según sus palabras, su rol era central en la distracción de las autoridades. “Nos hizo pelear al Fonseca y a mí para que el gobierno no viera su juego», asegura, quien describe cómo Treviño manipulaba a los prisioneros para crear una fachada de caos, mientras preparaba su escape.

La verdadera intención de El Z40, al parecer, siempre fue salir libre a cualquier precio, junto con su hermano Omar Treviño, alias El Z42. Sin embargo, los sorprendió la extradición a Estados Unidos el 27 de febrero de 2025.

Las otras represiones

Jazmín Borbón Ochoa, según otro de los testimonios sobre la mafia penitenciaria, parece haber jugado un papel clave en la represión dentro de los penales federales relacionada con el Z40. El primer gran conflicto ocurrió cuando un pandillero conocido como Javier Arredondo Rosales, alias Chalino, originario de Mexicali, Baja California, fue asesinado tras enfrentarse a las decisiones de Treviño Morales y su gente.

Chalino había defendido a otro preso identificado como Rubencito Junior, pero fue señalado por Borbón Ochoa y su traslado fue ordenado. Primero lo llevaron a Durango y, posteriormente, al Altiplano, donde sufrió una brutal golpiza. Cuando llegó al penal, ya estaba muerto debido a los golpes que le propinaron durante el traslado. A pesar de que el caso fue documentado y corroborada por diversas fuentes las autoridades penitenciarias ignoraron los hechos.

Otro caso igualmente relevante involucra a Isidro Cárdenas Burgueño, piloto de un grupo narcotraficante de Veracruz, quien fue forzado a hacer deporte bajo las órdenes de Borbón Ochoa, en el Cefereso de Oaxaca, a pesar de haberle informado que padecía problemas cardíacos. La presión y el trato violento provocaron que Cárdenas sufriera un infarto mientras jugaba baloncesto. A pesar de la urgencia médica, no se le brindaron los primeros auxilios y, según la versión oficial de la directora del penal, Cárdenas murió en el hospital sin sufrimiento. El caso también fue documentado en el amparo 435/2015, en el Juzgado Tercero de Distrito.

Los sucesores del Z40

“El Z40 ya está del otro lado, pero su red sigue aquí”, advierte el testigo, quien asegura a Los Ángeles Press que la estrategia de control sobre los penales orquestada por Miguel Treviño Morales continúa operando bajo nuevos líderes y operadores. Según su testimonio, Juan Pedro Zaldívar Arias, alias El Z27, ha asumido el liderazgo nacional del Cártel del Noreste (CDN), convirtiéndose en el sucesor directo de El Z40. Zaldívar, conocido por su crueldad y capacidad para manejar operaciones clandestinas, encabezó los disturbio en el penal de Topo Chico, en 2016, dejando un saldo de 49 muertos y 55 heridos. Ahora lidera una estructura que sigue en pie, heredada del Z40 para consolidar el poder del grupo.

La estrategia del nuevo liderazgo del CDN, encabezada por El Z27, busca consolidar las operaciones del cártel en el penal de El Altiplano, concentrando a los miembros clave de la organización en ese centro de reclusión. Dentro de esta red se encuentra Pedro Karim Saca Santos, alias El Árabe, quien se encarga de los acuerdos estratégicos con el director del Cefereso #1, Luis Fernando Mendoza Castellanos.

Sin embargo, el alcance de esta estrategia no se limita únicamente a las operaciones dentro del penal, ya que El Z27 también ha extendido su influencia fuera de las cárceles, realizando pagos millonarios a funcionarios penitenciarios para asegurar su control. Estos pagos facilitan una operación interna fluida, al mismo tiempo que consolidan alianzas con grupos fuera del sistema penitenciario, lo que permite al CDN expandir su poder más allá de las prisiones.

En este contexto, El Z27, según otros testimonios del mismo penal, patrocina a Rubén Rodríguez Navarro, El Fonseca, pero también a Gustavo Demetrio de la Luz Rosales, quienes trabajan en conjunto para tomar el control de los Ceferesos y, particularmente, para enfrentar a sus principales enemigos, entre ellos el CJNG. Demetrio es un expolicía de Ensenada, Baja California, que pertenecía al Comando Negro, un grupo bajo órdenes del cártel de los hermanos Arellano Félix, de Tijuana, en 2005. Fue sentenciado en 2008 por delitos de delincuencia organizada y privación ilegal de la libertad, además de servir de sicario e informante a los capos de ese cártel.

Así, la estructura del CDN sigue operando con la misma fuerza que durante el liderazgo de El Z40, aunque ahora bajo nuevas coordenadas y con actores renovados.

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