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28 de mayo de 2025 2:13 pm
Enrique Granados y Manuel de Falla en “La Edad de Plata”

Enrique Granados y Manuel de Falla en “La Edad de Plata”

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María Esther Beltrán Martínez    Fotos Daniel Pérez

Málaga, España.-  El Teatro Cervantes de Málaga en su 36 Temporada Lírica, presentó las representaciones de “Goyescas”, de Enrique Granados, y “El retablo de Maese Pedro”, de Manuel de Falla, en un programa doble La Edad de Plata. Díptico español que es una  coproducción con la Ópera de Oviedo en la que el director de escena, Francisco López, planteó  una singular ucronía: el encuentro de diversos artistas e intelectuales españoles en el estudio de París del pintor Ignacio Zuloaga para ver las dos obras. 

Si bien la escenografía  de “Goyescas” era buena, los cantantes estaban muy bien, y la introducción de pantallas con vídeos de guerras era vistosa y los bailarines ejecutan sus movimientos con destreza. La propuesta no tuvo un broche de oro.

Salir con cara de interrogación fue lo que me sucedió al término de este montaje. A pesar que se esmeraron por poner muchos recursos. El  sentimiento que te deja las óperas ya sea de dolor, alegría o reflexión está vez no sucedió.

El trabajó que realiza el  elenco  debe reconocerse como es: Raquel Lojendio (Rosario), Enrique Ferrer (Fernando), Damián del Castillo (Paquiro) y Mónica Redondo (Pepa),  fueron  las voces de la pieza que  el pianista y compositor Granados creó en 1915 sobre la suite homónima escrita en 1911, a su vez inspirada en las estampas de majos y manolas pintadas por Goya. El ambiente goyesco de la obra de Granados cuenta con el soporte fundamental de la danza española,  plasmada en una coreografía de Olga Pericet que también interviene en la ópera de Falla. 

Joan Martín-Royo como Don Quijote, Lidia Vinyes-Curtis en el papel de Trujamán y José Luis Sola como Maese Pedro son los solistas de “El retablo de Maese Pedro”, cuyo libreto escribió el propio compositor gaditano basándose en el capítulo XXVI de la segunda parte de la novela de Cervantes. El retablo de Maese Pedro es una ópera originalmente compuesta para marionetas. El montaje de Francisco López recrea la historia añadiendo la proyección de una película de cine mudo, en otro calculado guiño al naciente arte cinematográfico. 

Goyescas o Los majos enamorados

Madrid 1800. Al comienzo de Goyescas, un grupo de majas mantea un pelele. Entre los majos destaca el torero Paquiro. Llega su novia, Pepa, y poco después aparece la aristocrática Rosario; Paquiro le recuerda aquel baile del candil al que había ido una noche y le pide que vuelva a ir con él. Fernando, capitán de las Guardias Reales, celoso, exige a Rosario que acuda al baile con él. Durante el baile, Fernando desafía a Paquiro: el duelo entre los dos hombres tendrá lugar a las diez de la noche. Fernando, mortalmente herido, fallece en los brazos de su amada.

Como recuerda el musicólogo Yvan Nommick en las notas al programa, Granados se inspira en gran parte en los materiales de su homónima suite para piano Goyescas para componer la ópera. En ella, sostiene Nommick, no advertimos ni costumbrismo ni tipismo superficial. El compositor catalán “crea un estilo popular idealizado y revitaliza los modelos históricos. Su escritura elegante, refinada y de gran naturalidad traduce perfectamente los diferentes estados de ánimo y situaciones de su ópera: la gracia picante, la ironía, la arrogancia, los celos, las danzas endiabladas, las situaciones amorosas, la melancolía, y por fin el carácter trágico, pero sin patetismo ni énfasis, del final de la obra”. Son muy conocidos dos de sus pasajes, la ‘Canción del ruiseñor’ y el intermezzo.

El retablo de Maese Pedro

Maese Pedro llega a la misma venta en La Mancha de Aragón donde se encuentran don Quijote y Sancho. El episodio que representa Maese Pedro en su teatrillo es un tema caballeresco procedente del romancero: el rescate de Melisendra, cautiva en la prisión de Almanzor en Sansueña (Zaragoza), por su esposo don Gaiferos. Don Quijote sigue el desarrollo de la representación con atención y tranquilidad, interviniendo con sus acertados comentarios sobre las escenas de temática caballeresca que tanto le atraen, hasta que, al iniciarse la persecución de los enamorados por parte de los moros, destroza toda la compañía de títeres temeroso de que les vayan a capturar.

El retablo de Maese Pedro, con música y libreto de Manuel de Falla, se basa en el capítulo XXVI de la segunda parte de El Quijote, aunque como recuerda Yvan Nommick tomó también elementos y sintagmas de varios capítulos más de la obra cervantina. Musicalmente el compositor se despoja en esta obra de su color andaluz para crear un nuevo lenguaje neoclasicista pero no exento de referencias nacionales a las músicas históricas del Siglo de Oro. “Este rico entrelazamiento de espacios y tiempos, de atmósferas antiguas y modernas, de melancólica evocación del pasado y de vitalidad creadora, y de música hecha de otras músicas plenamente asimiladas y renovadas, es lo que confiere a El retablo de Maese Pedro —añade el musicólogo— el poder de llevarnos a mundos poéticos y sonoros mágicos e intemporales”.

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