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7 de mayo de 2025 5:59 am
Cónclave: comienza la espera del humo blanco que anunciará la elección del nuevo papa ; empleados firman juramento de «silencio»

Cónclave: comienza la espera del humo blanco que anunciará la elección del nuevo papa ; empleados firman juramento de «silencio»

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Este miércoles 7 de mayo comenzará el Cónclave 2025, reunión a puertas cerradas en las que 133 cardenales debatirán y votarán al interior de la Capilla Sixtina al sucesor de Francisco I.

Los empleados encargados de los servicios de cocina, mantenimiento, limpieza y médicos firmaron este pasado lunes un acuerdo de silencio, de cara al inicio del cónclave para la elección del próximo Pontífice. Una votación que comenzará mañana miércoles con el encierro de los cardenales que iniciaran el procedimiento.

Desde la noche del martes 6 de mayo, los 133 cardenales convocados comenzaron a instalarse en las residencias de Santa Marta y Santa Marta Vieja, ambas reacondicionadas especialmente para la ocasión.

Este 7 de mayo, la ceremonia inaugural será la misa ‘pro eligendo Romano Pontifice’, presidida a las 10.00 hora local (8 GMT) por el cardenal decano Giovanni Battista Re.

Sin embargo, el punto de partida no es claro. Lo que se prevé es un cónclave con un inicio empantanado, en el que podrían surgir sorpresas inesperadas dentro y fuera del mundo católico.

Aunque los electores afirman que es el Espíritu Santo quien decidirá al nuevo obispo de Roma, son plenamente conscientes de que no podrán evitar la influencia de las dinámicas políticas. Y estas, como siempre, entrarán en juego.

Uno de los principales factores de complejidad es la falta de figuras y tendencias claramente perfiladas para ocupar el trono de Pedro. Tal como ya se había anticipado días atrás, el grupo de cardenales convocados es muy heterogéneo: proceden de más de 70 países, solo una veintena ha participado en cónclaves anteriores y la mayoría no se conocía entre sí antes del fallecimiento de Francisco. Este escenario hace que el proceso esté marcado por la inexperiencia.

En la elección se sigue un estricto protocólo, el cual está regido por la constitución apostólica Universi Dominici Gregis, promulgada por Juan Pablo II en 1996.

Según se ha dado a conocer, se espera que las puertas de la Capilla Sixtina, donde los religiosos se reunirán a votar, se cierren a las 16.30 (hora local de Roma), para comenzar así con el cónclave.

Los preparativos para el cónclave 2025

Los 133 cardenales electores -menores de 80 años- se trasladan a la residencia de Santa Marta en el Vaticano, donde se alojarán durante todo el cónclave.

En la mañana del primer día, los purpurados participan en una misa solemne en la basílica de San Pedro.

Por la tarde, ataviados con el hábito coral, los cardenales se reúnen en la Capilla Paulina del Palacio Apostólico y, en procesión hacia la Capilla Sixtina, invocan la asistencia del Espíritu Santo.

Bajo la bóveda pintada por Miguel Ángel, los cardenales prestan juramento con la mano sobre el Evangelio.

Según un ritual heredado de la Edad Media, el maestro de ceremonias pronuncia la frase “extra omnes” (todos fuera). Las personas que no participan en la elección abandonan la sala y, a continuación, se cierran las puertas. El objetivo es que los cardenales eviten las influencias exteriores.

Cómo se realiza la elección

Por sorteo, tres cardenales son designados “escrutadores”, otros tres “infirmarii” como encargados de recoger el voto de los purpurados enfermos y tres más como revisores para comprobar el recuento.

Sentados juntos, los cardenales reciben papeletas rectangulares con la inscripción “Eligo in Summum Pontificem” (“Elijo como Sumo Pontífice”) en la parte superior, con un espacio en blanco debajo.

Los votantes escriben el nombre de su candidato a mano, “con caligrafía lo más irreconocible posible”, y doblan la papeleta. En teoría, está prohibido votarse a uno mismo.

Cada cardenal se dirige por turnos al altar, sosteniendo su papeleta en el aire para que sea bien visible y pronuncia en voz alta el siguiente juramento en latín: “Pongo por testigo a Cristo Señor, el cual me juzgará, de que doy mi voto a quien, en presencia de Dios, creo que debe ser elegido”.

Deposita su papeleta en un plato y la desliza en la urna frente a los escrutadores, se inclina ante el altar y vuelve a su sitio.

Los cardenales que, por su estado de salud o edad avanzada, no pueden acercarse al altar, entregan su voto a un escrutador, que lo deposita en la urna en su lugar.

El escrutinio

Una vez recogidas todas las papeletas, un escrutador agita la urna para mezclarlas, las transfiere a un segundo recipiente y luego otro los cuenta.

Dos escrutadores anotan los nombres, mientras que un tercero los lee en voz alta y perfora las papeletas con una aguja en el punto en el que se encuentra la palabra “Eligo”. Los revisores verifican a continuación que no se cometieron errores.

Si ningún cardenal obtuvo dos tercios de votos, los electores proceden a una nueva votación. Salvo el primer día, se prevén dos por la mañana y dos por la tarde hasta la proclamación de un papa.

Las papeletas y las notas tomadas por los cardenales se queman en una estufa cada dos rondas de votación. La chimenea, visible por los fieles desde la plaza de San Pedro, expulsa humo negro si no se logró escoger a ningún papa y una fumata blanca en caso de una elección.

Tras tres días sin lograrse el nombramiento de un pontífice, la votación se suspende para un día de oración.

“Habemus papam”

El cardenal elegido deberá responder a dos preguntas del decano: “¿Aceptas tu elección canónica para Sumo Pontífice?” y “¿Cómo quieres ser llamado?”. Si responde sí a la primera, se convierte en papa y obispo de Roma.

Uno por uno, los cardenales expresan un gesto de respeto y obediencia al nuevo papa, antes del anuncio a los fieles.

Desde el balcón de la basílica de San Pedro, el cardenal protodiácono anuncia “Habemus papam”. A continuación, aparece el nuevo pontífice e imparte su bendición “urbi et orbi” (A la ciudad y al mundo).

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