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29 de abril de 2025 11:33 pm
100 días bajo el volcán Trump ¿soportará el mundo otros cien?: “Aún no han visto nada”

100 días bajo el volcán Trump ¿soportará el mundo otros cien?: “Aún no han visto nada”

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“Firmaré unas órdenes ejecutivas históricas. Con estas acciones, empezaremos a completar la restauración de EU”, dijo Trump en su discurso de investidura, el 20 de enero. Lo que nadie imaginó hace tres meses es la magnitud de estas órdenes, un privilegio que tienen los presidentes para esquivar un posible bloqueo del Congreso, pero bajo el acuerdo no escrito de hacerlo con discrecionalidad, para evitar que cruce la línea roja entre la democracia y el autoritarismo.

En este segundo mandato Trump estampó su firma en 142 órdenes ejecutivas, más que cualquiera de sus predecesores en este período en la historia de EU. Por poner los tres últimos presidentes con ocho años de mandato, su antecesor Joe Biden firmó 160; Barack Obama 277; y George W. Bush 291.

De hecho, Trump cerró su primer mandato (2016-2020) con el récord del presidente de la era moderna con más órdenes firmadas (362). Los únicos presidentes que firmaron más de un millar de órdenes ejecutivas lo hicieron por la excepcionalidad y gravedad del crack financiero de 1929 y las dos guerras mundiales, fueron Woodrow Wilson (1,803); Calvin Coolidge (1,203) y Franklin D. Roosevelt (3,721).

Por eso, tan preocupante como la hiperactividad de Trump firmando órdenes ejecutivas es la naturaleza autoritaria de estas; algo insólito en tiempo de paz. Ni EU está en guerra civil o contra una potencia extranjera, ni los inmigrantes son una amenaza para la seguridad nacional (la inmensa mayoría de los crímenes y de la droga que se distribuye en el país lo hacen cárteles domésticos formados por ciudadanos estadounidenses) y Biden le entregó una economía saneada, pese al colapso del covid.

Récord de deportaciones:

Tom Homan, nombrado por Trump “zar de la frontera” debido a su historial de dureza, informó en la víspera de los 100 días que desde el 20 de enero de 2025 hasta la fecha se han llevado a cabo 139,000 deportaciones, todo un récord, si lo comparamos con sus antecesores: el récord de Biden fue de 20 mil deportados en los tres meses de su primer gobierno; mientras que Obama (que ostenta en sus ocho años de mandato el récord absoluto, con 3 millones de deportados), expulsó a 90 mil en los tres primeros meses de 2009.

Homan, dijo, ya sueña en voz alta con reventar este récord de Obama y aspira a más de un millones de deportados en el primer año de mandato.

Pero hay una diferencia abismal entre la política del primer presidente negro y la del primer presidente convicto de la historia de EU: el debido proceso, que el demócrata respetó y el republicano violó, desafiando a la autoridad de los jueces y deportado extrajudicialmente a inmigrantes, la mayoría sin haber podido demostrar que no son criminales e incluso que son ciudadanos.

El 19 de abril, la Corte Suprema paralizó la polémica Ley de Enemigos Extranjeros, de 1798 y que Trump destapó para la detención y deportación arbitraria de ciudadanos de países considerados “enemigos” en tiempos de guerra.

Fue el caso de los migrantes venezolanos que el gobierno de Trump deportó a la megacárcel de El Salvador, acusados de pertenecer a la banda Tren de Aragua, pero sin basarse en ninguna prueba, o algunas absurdas como tatuajes.

En una sentencia insólita del máximo tribunal de EU contra el autoritarismo del presidente, determinó que las deportaciones no podían realizarse sin permitir a los afectados impugnar su expulsión. Además, se cuestionó la legalidad de aplicar esta ley en un contexto que no era estrictamente de guerra.

Récord de crueldad:

En su afán de parecerse a Vladimir Putin, Trump recurrió en estos cien días a adoptar medidas sádicas para infundir terror. Si el presidente ruso se mostró impasible encarcelando en un orfanato a una niña que pintó a una familia ucraniana bajo las bombas rusas (al papá lo encarceló), la Administración Republicana se mostró impasible ante la expulsión de una madre hondureña indocumentada, con su hija de siete años (ciudadana estadounidense) con cáncer.

La respuesta del “zar de la frontera” a las quejas por este caso, pasará a la historia de la infamia de EU: “Si decides tener un hijo ciudadano estadounidense, sabiendo que estás en este país ilegalmente, te pones en esa situación”, declaró Homan. “No deportamos a ciudadanos estadounidenses (como la niña por nacimiento, algo que Trump lucha por eliminar); fueron los padres los que tomaron la decisión”, declaró, a sabiendas de que no iban a abandonar en EU a su hija muy enferma, a la que los agentes del ICE ni siquiera le permitieron que viajara con sus medicamentos, pese a las súplicas de la madre.

Pero puede que no haya ejemplo mayor de crueldad como la decisión de Trump y su aliado Elon Musk de eliminar USAID, el programa de ayuda humanitaria y vacunación masiva de EU en los países más vulnerables del mundo, que ha salvado, según la ONU a más de 80 millones de personas de morir prematuramente.

En el afán de ambos magnates por recortar programas sociales para sus propias ambiciones, como la misión del dueño de Tesla por colonizar Marte, EU no sólo está renunciado a la llamada “soft diplomacy” para influir en el mundo, sino que está cediendo el terreno a China.

Récord de aranceles:

No existe en los anales en la historia del proteccionismo de un presidente cuyas relaciones comerciales con el resto del mundo las base en el chantaje arancelario: frente al récord de 59% de Herbert Hoover para sacar a EU de la Gran Depresión tras el crack del 29 (objetivo que profundizó más la crisis), Trump puso un 145% a China.

Pero, en vez de estar haciendo más rico a Estados Unidos, provocó caídas brutales de Wall Street y una salida de capitales de EU, además disparar el riesgo de inflación.

Si The Wall Street Journal calificó la guerra comercial de Trump contra el mundo, especialmente contra China, como “la más estúpida del mundo”, The Economist consideró una traición en plena regla la violación de Trump a las reglas de juego que se pactaron en el T-MEC con México y Canadá.

Récord de ilegalidades e intimidaciones

En su mitin de este martes cerca de Detroit (a la que regaló un pequeño alivio arancelario en la importación de autopartes, para darse un baño de masas) Trump lanzó amenazas intimidatorias contra la independencia de dos organismos claves en la democracia de EU: la Reserva Federal y la Corte Suprema.

“No podemos permitir que un puñado de jueces comunistas y de izquierda radical obstruyan la aplicación de nuestras leyes y asuman las responsabilidades que corresponden únicamente al presidente de Estados Unidos”, dijo en alusión a los jueces federales que frenan deportaciones ilegales o que exigen el regreso de casos flagrantes de ilegalidad, como el encarcelamiento en El Salvador del salvadoreño Kílmer Ábrego, pese a que la propia Casa Blanca reconoció que es un ciudadano estadounidense sin antecedentes penales. O el caso del líder estudiantil palestino, Mahmud Khalil, encarcelado en EU con miras a ser deportado, pese tener residencia legal permanente.

“Espero, por el bien de nuestro país, que la Corte Suprema resuelva esto, porque tenemos que hacer algo”, advirtió.

En cuanto al jefe de la Fed, Jerome Powell, Trump volvió a exigir este martes su renuncia: “Yo sé más que él”, presumió en su mitin, levantando a su público (al que no recordó sus tiempos cuando defraudaba al fisco con sus empresas en Nueva York).

Pero las intimidaciones de Trump no sólo se dirigen a sus enemigos internos o socios comerciales, sino que son claramente imperialistas: con amenazas de quedarse con el canal de Panamá, Groenlandia, la Franja de Gaza o las tierras raras de Ucrania.

Y mientras se burla de que cualquier proceso de destitución está condenado al fracaso (como la que presentó el lunes el legislador demócrata Shri Sanedar), ya que tiene mayoría republicana en el Congreso, los cien primeros días de Trump parecen cien años incluso para la opinión pública estadounidense.

Ahora bien, quien se pregunte si esta impopularidad (que él no percibe) frenará su delirante deriva, él mismo dio la respuesta durante el mitin para festejar sus primeros cien días: “Solo acabamos de empezar. Aún no han visto nada”.

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