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14 de abril de 2025 11:13 pm
BIOCARBÓN, ALTERNATIVA PARA EL MANEJO SOSTENIBLE DEL SUELO

BIOCARBÓN, ALTERNATIVA PARA EL MANEJO SOSTENIBLE DEL SUELO

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·        Ayuda a su restauración, incrementa su salud y aumenta la capacidad de retener humedad: personas expertas de la academia, iniciativa privada y gobierno

·        Blanca Prado Pano, Luisa Marín de Block, Christina Siebe Grabach, Daniel Camarena Elizondo y Verónica Bunge Vivier abordaron las problemáticas de las superficies de nuestro país

El biocarbón o biochar -carbón vegetal que se obtiene de residuos de biomasa- mejora las propiedades del suelo, por lo que es una alternativa para el manejo sostenible de este recurso fundamental para la vida, que está altamente erosionado y sobreexplotado en numerosas regiones del mundo.

Para analizarlo, personas expertas de la academia, la iniciativa privada y el gobierno se reunieron en la UNAM en un esfuerzo conjunto del Programa Universitario de Estudios Interdisciplinarios del Suelo (PUEIS) de esta casa de estudios y la Iniciativa Internacional del Biochar (IBI, por las siglas en inglés de International Biochar Initiative).

Uno de los objetivos del PUEIS es abordar las problemáticas de las superficies de nuestro país; por ello nos ocupamos de su recarbonización, señaló la coordinadora del Programa, Blanca Prado Pano.

El nombre biocarbono es una adaptación castellanizada del término inglés biochar (proveniente de “bio” y “charcoal”) y se refiere al carbón vegetal cuando se emplea como enmienda para el suelo. Es biomasa de origen vegetal procesada por quema o pirólisis.

“Tiene unas propiedades especiales que le confieren la retención de carbón orgánico y una porosidad grande, tanto que 22 gramos de biocarbón extendidos en su superficie equivalen a dos campos de fútbol”, explicó Luisa Marín de Block, representante de IBI.

Esa porosidad le permite crear vida microbiana, la cual cuando se agrega mejora la calidad y las condiciones de los terrenos degradados, contribuye a la recuperación, a evitar la separación de las partes solubles de nutrientes e incrementa su capacidad de retención del agua, detalló.

Además, mantiene el carbón que remueve el dióxido de carbono de la atmósfera y lo concentra para crear esta recarbonización.

Christina Siebe Grabach, investigadora del Instituto de Geología de la UNAM, precisó que estas propiedades coadyuvan a que se mejore la capacidad de retención de humedad, haya más superficies en las que puedan ocurrir la absorción (adhesión) y la desorción de nutrientes (cuando estos se liberan de una superficie), así como que exista mayor número de nichos en los que proliferen organismos benéficos para las plantas.

Todo en su conjunto favorece la fertilidad cuando es adecuada la confección del biocarbón con las necesidades de las plantas. Coopera para que haya más disponibilidad de nutrientes, y en nuestro país nos interesa mejorar la capacidad de retención de humedad -tenemos una época seca bien definida- porque en diversos lugares es la limitante principal para el desarrollo de biomasa.

Es una oportunidad, pues gran cantidad de las tierras en México ha perdido su materia orgánica por la labranza continua y la sobreextracción de rendimiento sin recuperar los nutrientes. Esto ha ocasionado que no tengan el contenido de carbono que podrían poseer si hubieran mantenido su cobertura vegetal natural.

Ese déficit, abundó, también se pretende suplir con aplicación de enmiendas orgánicas en general, en donde el biocarbono ofrece una posibilidad de agregar materia orgánica estable que no se va a degradar rápidamente.

Se trata de una estructura, son pequeñas partículas que a su vez tienen una porosidad interna que contiene estas propiedades. Empieza a actuar inmediatamente al mezclarlo en trozos grandes. Se puede moler bastante fino e incorporarlo y combinarlo, o en pedazos de mayor tamaño, eso depende de las características de los suelos: en los demasiado arcillosos convendría aplicarlo en partículas más grandes; y en el caso de arenosos, en finos, explicó.

Para Siebe Grabach es hacer trajes a la medida en función de las propiedades del lugar, de las limitantes que determinan el rendimiento de un cultivo, las necesidades de este y las condiciones ambientales.

Daniel Camarena Elizondo, director general de la empresa G2E (Green to Energy), comentó que el uso del biocarbono se investiga como una forma de secuestrar carbono para reducir las emisiones de dióxido de carbono.

Hay dos formas básicas de producirlo: la pirólisis en seco, que consiste en quemar el carbón limitando la cantidad de oxígeno y evitando así la combustión; y por medio de un proceso nuevo llamado pirólisis en húmedo, que es sumergido en agua, indicó.

La primera se usa para biomasa que está seca, y es el método más difundido a nivel internacional; mientras que la segunda la utilizan para residuos orgánicos domiciliarios o mercado, la fracción orgánica de residuos sólidos urbanos.

En tanto, Verónica Bunge Vivier, directora de Atención al Cambio Climático en Zonas Prioritarias de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, dijo que, de acuerdo con el censo agropecuario del INEGI en 2022 aproximadamente 30 por ciento de las unidades de producción manifestaban un problema de fertilidad en sus suelos y este incremento en la percepción ha evolucionado a lo largo de los años.

Si a esto le añadimos que aproximadamente la mitad de los terrenos agropecuarios tienen algún nivel de degradación, hablamos de que anualmente de 20 millones a 24 millones de hectáreas presentan esta característica, reconoció.

El tema del biocarbono, opinó, llama la atención, aunque faltan estudios para pasarlo a una política pública. Es interesante su multifuncionalidad, ya que puede beneficiar la restauración, incrementar la salud de los suelos y aumentar la capacidad de retener humedad.

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