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17 de diciembre de 2024 11:51 pm
La ambivalencia de Claudia Sheinbaum

La ambivalencia de Claudia Sheinbaum

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Luis Sunderland Méndez

Todo parece indicar que la economía mexicana va directamente hacia una recesión ocasionada por la desaceleración que ya se está sintiendo en diferentes sectores en el consumo y en actividades productivas, como por ejemplo la construcción o la minería.

Algunos expertos en materia económica no piensan así, y nos dicen que el próximo el 2025 será un buen año, pero otros no solo no están de acuerdo con eso, sino externan que no comprenden por qué lo ven así, cuando las señales lo indican claramente.

El prestigiado economista y periodista Macario Schettino, nos alerta que estamos a punto de sufrir una contracción general y que de no tomar las debidas medidas precautorias, en un semestre podríamos estar viviendo en medio de una recesión en el completo sentido de la palabra: él predice que cerraremos el 2024 con crecimiento cero.

Si vemos los números reportados por el IMSS, el crecimiento del desempleo pronto será preocupante, en otras palabras, esto no se ha dado por generación espontánea, desde la administración de López pudimos ver que el aumento del empleo fue de un raquítico 1.9 por ciento, casi la mitad de lo que se tenía con Peña.

Ahora, en esta administración, la presidente está empeñada en seguir dilapidando los recursos, regalando dinero a todo el mundo, nada más hay que ver que se aumentó significativamente el número de los beneficiados de los programas sociales, pero el problema es que literalmente ya no tenemos dinero para hacerlo.

Pero en el mundo al revés de la 4t, eso es una menudencia, no les importa, porque ya contrataron deuda -por cierto, de una manera ilegal, porque hay leyes que se lo impiden.

La ley dice muy claramente que si el gobierno decide contratar deuda externa, debe ser para invertir los recursos en algo que deje ganancias al país, precisamente para poder pagar esa deuda con el producto de esas inversiones, pero no se puede endeudar para programas sociales que no reditúan recursos, sino solo en conseguir más clientelismo político, ya que descaradamente están comprando incondicionales.

Además de las obras de López, el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas, el AIFA, la Mega Farmacia y ya entrados en gastos, la cancelación del NAIM, el mega fraude de Segalmex, tantos contratos de compra que solo fueron negocio para unos cuantos, dejó a México en bancarrota y no se ve cómo podremos recuperarnos a mediano y largo plazos. A los gobernantes siempre se les olvida que los recursos nacionales no son de su propiedad, y que sí endeudan al país, están endeudando a la sociedad.

La pesadilla que iniciará el día que tome el cargo el próximo presidente estadounidense, que llegará con ganas de no ver quién se la hizo, sino a ver quién se la paga, presagian tiempos de tormenta para nuestro debilitado país.

Hasta hace unos días se pensaba que sería Kari Lake la embajadora gringa en México y ya nos asustaba eso; pues dice el presidente Trump que siempre no y nos mandará a Ron Johnson, coronel retirado del ejército, fue miembro de las Fuerzas Especiales conocidas como los “Boinas Verdes”. El señor Johnson ya tiene experiencia en la diplomacia, fue embajador en El Salvador cuando inició el mandato de Nayib Bukele; por cierto, a partir de su gestión diplomática, ese país centroamericano volvió a ser país seguro para la sociedad, qué coincidencia, ¿no?

La presidente mexicana debería cambiar algunos miembros y estrategias que ahora piensa que tendrán mucho éxito, empezando por uno de sus alfiles que no se ve a la altura de las circunstancias, por ejemplo, en la Cancillería; ella vivirá continuamente estresada en los cuatro años que Trump sea su homólogo en el país del norte, simplemente no la dejará en paz ni un día. Con Marco Rubio en la Secretaría de Estado y con Christopher Landau como su número dos y ahora Ron Johnson, como titular de la nueva sede de la embajada estadounidense que él estrenará, Sheinbaum tendrá que definir cual “T” obedece, la de Trump o a la de su tlatoani.

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