Aunque los tres toreros se vieron más desenvueltos y hasta más seguros que en su primera tarde, la evidente falta de experiencia, que no es culpa de ellos, les privó de haber aprovechado un buen encierro de la ganadería tlaxcalteca debutante de Tenopala, cuyo propietario Carlos González Chapa, terminó dando una vuelta al ruedo al final del festejo.
Y la merecía, pues los seis novillos embistieron, con el común denominador de la clase y nobleza de cuatro de ellos. Emocionante la bravura seca de uno, el cuarto, que por cierto saltó al callejón y otra vez, gracias al cable de seguridad, no se fue hasta el tendido de sol; y uno, el quinto, que fue el lunar por deslucido, pero nada más.
Al tercero, le dieron un arrastre lento, que en la México ya se está volviendo un “premio” recurrente y por ello desgastado, que ya pocos valoran. Con la premisa todos los novillos, de su excepcional presencia que emocionó al público.
De los novilleros fue César Ruiz el único que recorrió el anillo tras una petición de oreja que hizo bien, el juez, en no conceder, pero que al final fue cuestionada. Aunque Ruiz le echó valor, actitud y variedad a sus dos faenas, cubriendo los tres tercios -sobresaliendo sus primero pares en el abre plaza, pues uno al cuarteo ajustadísimo, le siguió otro al relance, en todo lo alto-,y con la salvedad de haber realizado la segunda, a ese novillo cuarto que se apoderó de la escena con una fractura en el tobillo izquierdo.
Con su primero se vino a menos, lo mismo que el astado al que le ejecutó muletas aislados y unos bonitos adornos poco comunes de la sanjuanera. En su segundo, con más experiencia, habría podido con el enrazado animal, al que mató de una buena estocada, y con todo y todo, siempre estuvo ahí queriendo.
El saltillense Manolo González pareció un torbellino en los primeros dos tercios de sus dos astados. Ya con la muleta, cuando siguió los consejos de su apoderado Curro González y del matador Alejandro Adame que lo acompañaron en el callejón, hizo bien las cosas, aunque no redondeó, pero en este joven cubrió con actitud y ganas de hacer las cosas bien, su falta de rodaje. Eso sí, tardó en matar a sus dos enemigos.
Tanto Ruiz como González se invitaron a banderillear a sus segundos astados.
Los mejores muletazos de la tarde los pegó Andrés García, que al ser hermano de una figura como El Payo se le mira con más exigencia En su primero le faltó ajustarse y encontrar las distancias, marcando muchos altibajos en su labor, pero en su segundo, que se fue a tablas, aprovechó la nobleza, le pisó los terrenos y logró pases llevando la muleta baja por ambas manos que emocionaron a los espectadores.
Cuando somete y acompaña el muletas lo hace con un arte natural.
Apenas ha toreado cinco novilladas y eso se notó para poder resolver de mejor manera en la cara de sus dos enemigos que le dejaron estar cuando pudo y le hizo caso a sus hermanos Octavio y Diego, quienes le dieron puntuales gritos para aconsejarle. Hoy mostró Ardillo una nueva faceta y comenzó a convencer a los escépticos de su toreo.
