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24 de noviembre de 2024 8:28 am
Incertidumbre democrática: Claudia, Ebrard, Xóchitl, Beatriz y Creel

Incertidumbre democrática: Claudia, Ebrard, Xóchitl, Beatriz y Creel

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En la anticipada sucesión presidencial, ninguna de las dos competencias por la candidatura está siendo tersa.

En la disputa por conducir la defensa de la transformación quedó de manifiesto el uso clientelar de los programas sociales por parte del gobierno para fines electorales. Y la revelación, con la promesa de pruebas incluidas, no ha venido de la oposición, sino del excanciller Marcelo Ebrard.

Se trata de un golpe de realidad que, independientemente de la suerte del denunciante, permite documentar el riesgo en el que se encuentra el juego democrático, obligando a las instituciones aún no cooptadas por el control presidencial a prender las alertas sobre el disparejo terreno en que habrán de darse las elecciones del próximo año.

Y no es un dato casual que la posibilidad de generar una vacuna contra ese avasallamiento gubernamental provenga de quien hace dos meses y medio era personaje central del gobierno.

Ese hecho nos deja en claro que la palabra presidencial también puede ser desafiada en Morena.

Porque las reglas de la contienda interna dictadas desde Palacio Nacional establecían que los aspirantes a sucederlo no podrían, en esta fase hacia la encuesta, hablar mal ni del gobierno ni de sus compañeros competidores.

Y aun cuando todo indica que el liderazgo y el control políticos del presidente López Obrador serán suficientes para poner en orden a los dos punteros de la interna, Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum, hoy existen confesiones de parte de que el gobierno opera abiertamente como un aparato electoral.

En la anticipada sucesión presidencial, ninguna de las dos competencias por la candidatura está siendo tersa.

En la disputa por conducir la defensa de la transformación quedó de manifiesto el uso clientelar de los programas sociales por parte del gobierno para fines electorales. Y la revelación, con la promesa de pruebas incluidas, no ha venido de la oposición, sino del excanciller Marcelo Ebrard.

Se trata de un golpe de realidad que, independientemente de la suerte del denunciante, permite documentar el riesgo en el que se encuentra el juego democrático, obligando a las instituciones aún no cooptadas por el control presidencial a prender las alertas sobre el disparejo terreno en que habrán de darse las elecciones del próximo año.

Y no es un dato casual que la posibilidad de generar una vacuna contra ese avasallamiento gubernamental provenga de quien hace dos meses y medio era personaje central del gobierno.

Ese hecho nos deja en claro que la palabra presidencial también puede ser desafiada en Morena.

Porque las reglas de la contienda interna dictadas desde Palacio Nacional establecían que los aspirantes a sucederlo no podrían, en esta fase hacia la encuesta, hablar mal ni del gobierno ni de sus compañeros competidores.

Y aun cuando todo indica que el liderazgo y el control políticos del presidente López Obrador serán suficientes para poner en orden a los dos punteros de la interna, Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum, hoy existen confesiones de parte de que el gobierno opera abiertamente como un aparato electoral.

Del lado del Frente Amplio por México (FAM), el golpe que Beatriz Paredes soltó contra Xóchitl Gálvez con la indirecta de que no todos están con las manos limpias, haciendo suya la propaganda negra del presidente López Obrador cuando pretende criminalizarla en su rol de empresaria, en el foro del jueves en Durango, prendió las alarmas en Acción Nacional.

Y ante la expectativa de ser competitivos en 2024, una posibilidad que se creía imposible hace dos meses, Santiago Creel se ha convertido en el personaje clave para atemperar los ánimos y hacer valer el peso que su partido tiene en el FAM.

Además de enriquecer el debate que sigue en marcha en los foros de la oposición, el exsecretario de Gobernación ha tenido una generosidad con la senadora Gálvez que ella está obligada a aquilatar. Son horas complejas y, por supuesto, de incertidumbre, para esa alianza una vez que el PRI no cumplió con el PAN ese pacto propio del box y de los políticos que pretenden construir acuerdos: no dar golpes prohibidos. Faltan todavía cuatro foros más, en Monterrey hoy, el martes en León, el próximo jueves en Guadalajara y el sábado siguiente en Mérida.

Hay agravios de forma que podrán curarse. Como el de movilizar militantes a Durango para que arreciaran las porras para la senadora Paredes. Ya tendrán su turno los azules en sus plazas.

Lo de fondo es si en medio de la expectativa, legítima, propia de una contienda democrática, gane quien gane, ambos partidos podrán seguir juntos. Porque si no se arreglan en este tramo, poco podrá esperarse de su campaña el próximo año.

Más allá de la partidocracia, de este lado, a diferencia del control garantizado que el Presidente llevará de su respectiva campaña, hay un ingrediente que vuelve todavía más complicada la definición del candidato opositor: el involucramiento de organizaciones de la sociedad civil y los miles de ciudadanos sin partido registrados en la plataforma que les permitirá votar el 3 de septiembre. Y si entre los panistas ya se sugiere la declinación de Creel para fortalecer a Xóchitl y no fragmentar a los votantes afines, los movimientos priistas activaron a los liderazgos de la marea rosa.

Al cierre de esta edición Cecilia Soto y Guadalupe Acosta Naranjo, presidenta y fundador del Frente Cívico Nacional pidieron licencia para dedicar sus energías, esas fueron sus palabras, a fortalecer el proyecto de Gálvez.

Xóchitl es, sin duda, la candidata de los ciudadanos. ¿Podrá, con ese respaldo, convencer al PAN y construir con el PRI? Los morenistas ya celebran el triunfo de Beatriz. Por algo será.

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