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13 de junio de 2025 7:11 am
El factor Monreal

El factor Monreal

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Sin duda es un zoon politikón, el hombre político con más experiencia en el servicio público de estos tiempos, con formación académica importante y amante de los cargos de elección popular. Lo mismo ha sido legislador en varias ocasiones que gobernador de su estado. Tal vez su único defecto es su incongruencia ideológica, l creyó en el nacionalismo revolucionario del PRI, en la izquierda institucionalizada del PRD, prestado en quehaceres parlamentarios al PT, hoy es un defensor de la cuarta transformación.

Nadie duda de su oficio político y sus dotes de dirigente campesino -surgió de la CNC-, mejor tribuno y no hizo mal papel como gobernador. Acompañó el surgimiento de Morena y su apoyo a la causa le permitió llegar al Senado como representante de Zacatecas, e incluso se hizo del liderazgo de la bancada guinda.

Al inicio de esta administración destacó como interlocutor válido con los partidos de oposición y puente de comunicación con Palacio Nacional. Al mismo tiempo que daba resultados legislativos, mantenía buena relación con las dirigencias de los otros institutos políticos. Pero conforme transcurrió el sexenio y el proyecto político del presidente exigía la obediencia del Congreso, se complicaron las cosas para Ricardo Monreal. Cumplió su cometido en la primera mitad de este régimen, cuando contaban con la mayoría calificada en las Cámaras, y aunque a tirones y estirones, sacó adelante todas las iniciativas que le enviaban de Palacio Nacional, sin quitarles una coma; las Cámaras -sobre todo la abyecta de Diputados-, se convirtieron en una oficialía de partes.

El oriundo de Fresnillo tenía derecho de picaporte en el Zócalo y periódicamente desayunaba en el comedor presidencial donde acordaban la agenda legislativa. Pero tras los resultados de los comicios intermedios de 2021, donde la 4T no alcanzó las curules necesarias para modificar la Constitución, comenzó el declive del rock star senatorial. Al mismo tiempo que destacaba en su función parlamentaria, crecía su ambición por la candidatura de Morena para el 2024, y no le decían que no.

Con la nueva composición cameral, empezaron los fracasos en la aprobación de las leyes, no pasaron ni las reformas energéticas ni las electorales, tampoco lograba consensos para periodos extraordinarios ni se aprobaban leyes al vapor. Mientras tanto, el inquilino de Palacio Nacional adelantaba el proceso sucesorio en su partido y abrió el abanico de posibilidades. Sin embargo, se acabaron los desayunos con tamales de chipilín y cayó de la gracia del gran elector.

Desde entonces, Monreal, como buen hidalgo, va solo en su campaña. Difícil ha sido complacer al hombre que quiere cristalizar su proyecto político sin contrapesos. Pero el zacatecano insiste en ser el ungido, lo cual -como buen zoon politikón-, sabe es imposible. Su premio de consolación sería la Jefatura de Gobierno de la CDMX, la cual se ve complicada porque la actual regenta la tiene casi perdida, pero el senador cuenta con mucho capital político y puede sacar adelante la empresa. La otra opción sería dar, de nueva cuenta, el salto a otro partido como Movimiento Ciudadano. La decisión es de él, sobre todo si ya convino con la ex delegada de Tlalpan ser su sucesor. El brazo político monrealista, Ala Democrática, le pide no cambiar su candidatura por otro cargo, no declinar por ninguna “corcholata” y no legitimar con su participación las encuestas “patito”.

El factor Monreal será determinante en la próxima sucesión presidencial. ¿Aceptará bajarse de la contienda y aceptar la CDMX, se irá a otro partido o será candidato independiente -aunque no le alcance su infraestructura electoral-, se convertirá en hijo desobediente o, a pesar de todo el teatro que ha escenificado en estos años y la rebeldía demostrado, cederá? Solo él lo sabe, pero si no juega bien las cartas, acabará con su capital político y no tendrá más opción que regresar a Fresnillo a montar caballos. La moneda está en el aire.

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