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17 de abril de 2025 11:24 pm
Francisco: “Para nosotros, discípulos del Abandonado, nadie puede ser abandonado”

Francisco: “Para nosotros, discípulos del Abandonado, nadie puede ser abandonado”

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“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mt 27,46). Esta es la invocación que la Liturgia nos propone en el salmo responsorial (Sal 22,2) y la única pronunciada en la cruz por Jesús en el Evangelio. En estas palabras se condensa el centro de la homilía del Papa Francisco en la santa misa del Domingo de Ramos, celebrada en la mañana de este 2 de abril en la Plaza de San Pedro.

Frente a más de 60.000 fieles y peregrinos congregados en la Ciudad Eterna, según las cifras de la Gendarmería vaticana, el Santo Padre puntualizó que la frase de Jesús nos lleva al corazón de la pasión de Cristo, al punto culminante de los sufrimientos que padeció para salvarnos.

El Obispo de Roma reflexionó sobre el sufrimiento de Jesús, “que fue grande”, puntualizó, y remarcó que padeció en el cuerpo, en el alma, en el espíritu. El más lacerante sufrimiento es el del espíritu, según el Pontífice. De hecho, Francisco hizo notar que, en la hora más trágica, Jesús experimenta el abandono de Dios. Un acontecimiento real, un abajamiento extremo. “El Señor -dijo- llega a sufrir por amor a nosotros, lo que nos es difícil incluso de comprender. Ve el cielo cerrado, experimenta la amarga frontera del vivir, el naufragio de la existencia, el derrumbamiento de toda certeza. Grita el ‘por qué’ de los ‘por qué'”.

“Tú estás ahí, Jesús”

El Papa subrayó que el verbo “abandonar” en la Biblia es fuerte; aparece en momentos de extremo dolor: en amores fracasados, negados y traicionados; en hijos rechazados y abortados; en situaciones de repudio, viudez y orfandad; en matrimonios agotados, en exclusiones que privan de vínculos sociales, en la opresión de la injusticia y la soledad de la enfermedad. “En fin, en las más dramáticas heridas de las relaciones. Cristo llevó todo ello a la cruz, tomando sobre sí el pecado del mundo. Y en el momento culminante, el Hijo unigénito y amado experimentó la situación que le era más ajena: la lejanía de Dios”.

“Esto no es un espectáculo”

El Santo Padre invitó a preguntarnos: “¿Por qué llegó a este punto?” e inmediatamente sugirió la única respuesta: “Por nosotros”. “No hay otra respuesta. Por nosotros”.

Francisco remarcó que “hoy esto no es un espectáculo” y dijo que cada uno, escuchando el abandono de Jesús, cada uno de nosotros nos decimos: “Por mí. Este abandono, es el precio que él pagó por mí”. Es decir, Jesucristo se hizo solidario con nosotros hasta el extremo, para no dejarnos rehenes de la desolación y estar a nuestro lado para siempre.

“Hermano, hermana, lo hizo por ti, por mí”, prosiguió Francisco, “para que cuando tú, yo, o cualquiera se vea entre la espada y la pared, -es feo eso de verse con la espalda contra la pared-, se ve perdido en un callejón sin salida, sumido en el abismo del abandono, absorbido por el torbellino del ‘por qué’ pueda tener esperanza. Él, por ti, por mí. No es el final, porque Jesús ha estado allí y está ahora contigo. Él, el Padre y el Espíritu sufrieron el alejamiento del abandono para acoger en su amor todos nuestros distanciamientos.

“Para que cada uno de nosotros pueda decir: en mis caídas, cada uno de nosotros ha caído muchas veces… y cada uno de nosotros pueda decir: en mis caídas, en mi desolación, cuando me siento traicionado, o he traicionado a otros, cuando me siento descartado o he descartado a otros, cuando me siento y abandonado o he descartado a otros, pensamos que Él ha sido abandonado, traicionado, descartado. Y ahí lo encontramos a Él. Cuando me siento mal y perdido, cuando ya no puedo más, Él está conmigo, Él (está) ahí, en los mil y tantos caprichos de los porqués, y con tantos porqués sin respuesta, Él está ahí”.

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