Por Alejandro Villegas…
El ciudadano presidente aceptó abiertamente que su percepción sobre la presencia del Ejército en las calles cambió, con el paso de los años.
Lo que antes condenaba hoy lo considera necesario. Su óptica como opositor se modificó con la banda tricolor ceñida al pecho.
Y con ello busca darle la vuelta al tema, seguir de frente y hasta ganar el aplauso del pueblo bueno.
Trata de restar importancia a las evidentes críticas de que ha sido objeto, junto con una buena parte de su séquito aplaudidor, por la postura sobre la presencia del Ejército en las calles.
Intenta proyecta como virtud, lo que alguien puede calificar como cinismo político, para terminar con un tema en el que sin duda no tiene mayor defensa.
Sin duda, se puede cambiar de opinión, pero el tiempo y la circunstancias en que lo admite el ciudadano presidente no son las adecuadas.
Ante ello no hay más que recordar al célebre Jesús Reyes Heroles, quien señaló con todo tino que en política la forma es fondo.
Defensa
La férrea defensa que el ciudadano presidente realizó del texto constitucional para lograr que prevalezca la prisión preventiva contrasta con la ligera con la que se burló el contenido de la carta magna en lo relativo a la Guardia Nacional.
En este campo, es más que evidente como por una parte el ciudadano presidente demanda la observancia de lo establecido en la Constitución a pie juntillas, en tanto que por el otro buscó como sacarle la vuelta.
No cabe duda de que el síndrome de la Chimoltrufia está presente en la tribuna de Palacio Nacional, desde lo mismo se dice una cosa que la otra, sin el menor rubor, aunque ello sea moralmente incorrecto.
