Por Ricardo Burgos Orozco
Era domingo por la mañana. Por lo regular, los fines de semana suelo permanecer en casa, pero ese día iba a ver a un buen amigo y excompañero de trabajo para tomarnos un café, ponernos al día y “cambiar al mundo”. Quedamos de vernos en una cafetería en Bucareli. Tomé el Metro en Eugenia hacia Juárez y disfruté la diferencia de viajar entre semana. Casi no había gente en los andenes.
Lo único que interrumpe la tranquilidad dominical es el paseo ciclista que se realiza por diferentes rumbos de las principales calles de la Ciudad de México. Se había suspendido cuando la pandemia estaba muy intensa, pero ya regresó esta convivencia que reúne a padres, niñas, niños, jóvenes. Dos de los lugares más concurridos son las avenidas División del Norte y Reforma.
Los andenes en la estación Eugenia estaban prácticamente vacíos. Tranquilamente llegué y esperé unos minutos para abordar el tren, casi sin gente. A esa hora he estado en Ermita con rumbo al Zócalo y en Balderas hacia Chapultepec; los vagones vienen repletos de paseantes de todas las edades.
Como venía con muy buen tiempo, bajé en Juárez y caminé más allá de Bucareli para observar el movimiento en Reforma. Miles de ciclistas iban y venían con toda calma mientras el tránsito de automovilistas y transporte turístico y público circulaba por las laterales. Un policía me dijo que a las dos de la tarde terminaba el paseo para retornar a la normalidad. Pensé que eso de cerrar las calles no podrían hacerlo entre semana, pero luego recordé las marchas y manifestaciones que provocan un verdadero caos.
Me dio tiempo de caminar un poco más allá del cruce con Insurgentes. Frente a la popular plaza del número 222 de Reforma está una exposición de murales con algunas imágenes y tiras cómicas de Mafalda de Joaquín Salvador Lavado (Quino). Si trataban de hacer un homenaje al famoso caricaturista argentino, se me hace muy pobre y triste porque casi pasa desapercibido para mucha gente que camina por ahí. Merecía algo mucho mejor.
Regresé para estar a tiempo de mi cita en la cafetería de Bucareli donde me iba a ver con mi amigo. Hace mucho que no andaba por esa zona. Hace años desapareció el Sanborn’s de la esquina de La Fragua y Reforma, sitio predilecto de políticos, empresarios, periodistas y gente de todo tipo. En la contra esquina estaba el edificio de la Gran Comisión de la Cámara de Diputados, que se trasladó hace tiempo al Palacio Legislativo de San Lázaro.
Nuevamente abordé en la estación Juárez para regresar a casa. Ya había un poco más de usuarios, pero jamás comparado con el tumulto que circula de lunes a sábado en la Línea 3, una de las de mayor afluencia con 21 estaciones de Universidad a Indios Verdes. Se calcula que diariamente esta ruta mueve alrededor de 300 mil usuarios.
Bajé en Eugenia y caminé sin prisa por la avenida Cuauhtémoc. Pasé por una farmacia donde había una fila de diez o doce personas. Pregunté; me dijeron que estaban esperando hacerse la prueba de Covid. Es cierto, en las últimas semanas se han incrementado los contagios. Pensé que en el Metro sigue sin haber sana distancia y tampoco control. Cuando menos hay que seguir usando cubrebocas; algo nos protegerá a los usuarios frecuentes del Sistema de Transporte Colectivo. Ojalá que todos los días fueran tan tranquilos como este domingo. pensé.
