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28 de marzo de 2024 2:53 pm
DE: Delicadeza

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Por Alejandro Villegas…


La determinación del ciudadano presidente de no asistir a la entrega de la Medalla Belisario Domínguez, por parte del Senado, a Ifigenia Martínez, ante el temor de que la oposición le falte al respeto, exhibe lo delicado de su dermis política.
Sin duda, en la memoria de no pocos, se encuentran las situaciones que tuvieron que enfrentar entre otros los presidentes Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, al acudir como parte de sus obligaciones, en calidad de testigos de honor, a ceremonias similares, en el Senado.
En consecuencia, más allá de la obligación que tiene el ciudadano presidente de acudir a la entrega de la Medalla Belisario Domínguez, lo que destaca es su escasa tolerancia a la crítica por parte de algunos integrantes del Legislativo, en particular, y los cuestionamientos sociales, como quedó de manifiesto en el pasado reciente, cuando permaneció a bordo de su camioneta, ante la expresión de algunos manifestantes.
Sin duda, el ciudadano presidente no tiene presente la forma en la que la oposición de comportaba durante los gobiernos panistas y priistas, así como expresiones que entre otros tuvieron en su momento sus representantes en el Legislativo ante los titulares del Poder Ejecutivo.
Evidentemente, el ciudadano presidente tiene todo el derecho a esperar respeto y cordialidad, pero debe tener presente que fue la oposición de antaño quien marcó la pauta de conducta que hoy siguen, los legisladores en turno. Pagar es corresponder.
Evidentemente, no faltará quien recuerde aquella sentencia popular que asevera que quien las hace no las tolera.
Y, por encima de todo, establezca que está lejano el día que el ciudadano presidente acuda en persona al Palacio Legislativo de San Lázaro para sostener una interlocución directa con diputados y senadores, como parte de un ejercicio democrático y de diálogo entre Poderes.
Protestas
La manifestación de inconformidad por parte de residentes de localidades poblanas que no han recibido apoyos, luego de los estragos de dejó el Huracán Grace, en sus lugares de residencia, pone en evidencia que no todo marcha sobre ruedas.
Los argumentos del ciudadano presidente, sobre la entrega directa de apoyos y la celeridad con la que se trabaja, por desgracia contrastan con la inconformidad social.
Si no hubiera elementos de inconformidad, ninguna organización de antaño, a las que gusta aludir el ciudadano presidente, sería capaz de movilizar a los damnificados.
Eso es más que claro. Si los damnificados se movilizan es porque existen inconformidad.

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