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21 de noviembre de 2024 2:58 pm
URGE SUPERAR LAS DESIGUALDADES SOCIOECONÓMICAS DE LAS COMUNIDADES INDÍGENAS

URGE SUPERAR LAS DESIGUALDADES SOCIOECONÓMICAS DE LAS COMUNIDADES INDÍGENAS

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·        En México habitan 68 pueblos con una población de 25.7 millones de personas, asegura Fernando Nava

En México y en el resto del orbe los llamados pueblos indígenas continúan inmersos en la discriminación social por las mayorías lingüísticas y étnicas; es decir, de los grupos dominantes históricamente acaparadores del poder. Esas asimetrías no han cambiado, por el contrario, se acentúan cada vez más.

Lo anterior, de acuerdo con el especialista del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA), Fernando Nava López, quien resalta que las desigualdades socioeconómicas “siguen absolutamente reproduciéndose desde hace siglos y esto no sólo afecta a las poblaciones indígenas en México, sino lamentablemente a las de todo el mundo”.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas, más de 70 por ciento de la población mundial vive en países con creciente desigualdad de ingresos y riqueza, incluidos los pueblos indígenas que se enfrentan a altas tasas de pobreza y graves desventajas socioeconómicas.

En la obra “Derecho Indígena y Derechos Humanos en América Latina”,  el sociólogo Rodolfo Stavenhagen detalló: “la violación de los derechos humanos de los grupos indígenas no solo se manifiesta por las carencias de orden material y los procesos de despojo y explotación de los que son víctimas y que han sido extensamente documentados en los últimos años, sino también porque se les ha negado sistemáticamente la posibilidad de poder conservar y desarrollar sus propias culturas, incluyendo lenguas, costumbres, modos de convivencia y formas de organización social”.

En territorio mexicano habitan 68 pueblos indígenas, cada uno hablante de una lengua originaria propia, las cuales se organizan en 11 familias lingüísticas y se derivan en 364 variantes dialectales. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, 25.7 millones de personas, es decir 21.5 por ciento de la población, se autoadscribe como indígena.

A su vez, 12 millones de habitantes (10.1 por ciento de los mexicanos) señalaron vivir en hogares indígenas. También 6.5 por ciento de la población nacional se encuentra registrada como hablante de una lengua indígena, lo que representa 7.4 millones de personas.

De acuerdo con el Banco Mundial, en el planeta hay en promedio 476 millones de indígenas en más de 90 países; constituyen más del seis por ciento de la población y representan aproximadamente 15 por ciento de las personas que viven en pobreza extrema.

Distintas formas de discriminación

Fernando Nava López opina que, paradójicamente, durante el período novohispano la población indígena tuvo ciertos espacios socioculturales, los cuales perdió en el siglo XIX a partir de la Independencia, proceso histórico que pelearon los criollos y no los habitantes nativos del país.

Con motivo del Día Mundial de las Poblaciones Indígenas que se conmemora el 9 de agosto, el especialista universitario indica que son de reconocer los triunfos y cambios políticos, sociales y económicos, aunque no se ha logrado la plena participación social de los indígenas; “parece que nunca se ha mostrado un interés particular por estas poblaciones”.

Más aún, en el siglo XIX se acentuaron las ideas del positivismo (hombres y mujeres eran formados desde una mentalidad ortodoxa) y se hicieron más profundas las aspiraciones de los estados homogéneos: una religión y una lengua, esos parámetros se agudizaron cuando el combate contra el uso de las lenguas indígenas comenzó a tener mayor fuerza política e impacto, añade.

“De hecho, Justo Sierra, al mismo tiempo que proponía que la enseñanza primaria fuera obligatoria, decía que la instrucción obligatoria tenía como uno de sus objetivos acabar con las lenguas indígenas y establecer la lengua nacional, el español, con lo cual el país podría desarrollarse más civilizadamente”.

Todas esas ideas son del siglo XIX y no han cambiado en esencia. Desde luego tenemos un Instituto Nacional de Lenguas Indígenas y al Instituto de los Pueblos Indígenas; es decir, contamos con espacios institucionales, pero la población mexicana continúa con una perspectiva positivista y se reproducen procesos racistas, subraya el investigador.

Nava López puntualiza que el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación realizó encuestas en las que están identificados los grupos vulnerables, como son, entre otros, las minorías religiosas y también los hablantes de lenguas indígenas, quienes son víctimas de distintas formas de discriminación en el país.

Un mundo respetuoso

Al respecto, considera que el principal reto es lograr la sensibilización por el multiculturalismo de la mayoría hispanohablante, cualquiera que sea su posición social, las clases populares o las élites de poder. Mientras esto no ocurra y no haya cambios estructurales para brindar mayores oportunidades a estas poblaciones, la situación tampoco cambiará.

Ese es un fuerte desafío, llegar a sensibilizar a esas mayorías hispanohablantes donde tenemos toda la escala social, económica, de acceso al poder y toma de decisiones y que ejerce presión sobre las minorías étnicas. “Todo el conjunto: ricos, clase media y pobres, todos cometen actos discriminatorios contra las minorías indígenas, entonces ese es un reto absolutamente claro y objetivo, lograr la sensibilidad de esa gran mayoría, cualquiera que sea el nivel socioeconómico que tenga”.

Es primordial, afirma, preservar la riqueza lingüística, cultural y de tradiciones de los grupos indígenas “porque hay quienes nos atribuimos derechos sobre otros grupos y esa perspectiva tiene que cambiar”.

Refiere que es importante precisar que una cosa son las poblaciones indígenas y otra los conjuntos de hablantes de alguna lengua indígena, son dos rubros que no siempre quedan plenamente diferenciadas. La identidad indígena y la condición de hablar una lengua se fincan en criterios distintos. Con frecuencia hay confusiones, a veces en la interpretación de los resultados de un censo o en la operación de programas gubernamentales; se confunde al indígena con quien habla una lengua indígena.

Los censos en los cuales se ha preguntado si las personas se consideran indígenas reportan mayor número de individuos en esa condición, que aquel cuando se pregunta: ¿usted habla una lengua indígena?, son dos cifras distintas porque efectivamente son dos realidades, además de que también existe el hablante que niega su lengua, para evitar discriminaciones.

Señala además que son importantes los avances en la clasificación genealógica de las lenguas indígenas en México, ya que se registraron 11 familias lingüísticas de origen indoamericano con presencia en nuestro país, así como 68 unidades idiomáticas, algunas muy homogéneas como el maya y otras con alta diversidad interna como el mixteco.

Para el especialista, ha faltado el sentido de equidad hacia estas poblaciones y destaca que las instituciones de educación pública y el gobierno establecieron programas para capacitar a los mexicanos en el ejercicio de un idioma diferente al español, el cual les permita su inserción académica, laboral, científica y social en otros países, pero hemos descuidado aquellos elementos que nos permiten incorporarnos, participar y tener aspectos socioculturales equitativos con nuestras comunidades internas.

Puntualiza que esta efeméride fue establecida por organismos como la Organización de las Naciones Unidas y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura como un recordatorio a favor de la diversidad cultural.

Es necesario mantenernos en la diversidad, incrementar nuestra sensibilidad hacia la diferencia, sea religiosa, lingüística, étnica, cultural, etcétera, para que tengamos un mundo respetuoso, y esta fecha nos recuerda una apuesta promovida por los organismos internacionales para mantener o, mejor aún, fortalecer tal sensibilidad, subraya.

Debemos construir un mundo multicultural, donde quepan todas las culturas y revertir las ideologías que surgieron, sobre todo en el siglo XIX, que también las hay del siglo XX, que anhelaban una unidad ficticia, atropellando derechos culturales y vidas humanas lo cual no debemos permitir, concluye.

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